La jugada política del Partido Conservador y su líder, la primera ministra británica, Theresa May, no dio resultados. En abril, May y su partido decidieron adelantar elecciones pensando que consolidarían una amplia mayoría parlamentaria que les permitiría fortalecer su posición negociadora con la Unión Europea, UE.
Necesitamos un Gobierno “fuerte y estable” que guíe a Gran Bretaña por el camino de salida del mercado común europeo, fue el eslogan que May repitió hasta el cansancio durante su campaña. Tas las elecciones, May y su partido no solo que no pudieron consolidar esa amplia mayoría que buscaban, sino que perdieron la que ya tenían antes.
Es un resultado desastroso –no solo para May sino para su país– porque está previsto que las negociaciones entre Gran Bretaña y la UE comiencen en menos de dos semanas. En vez de una posición “fuerte y estable”, los británicos se enfrentan al grave predicamento de sentarse a negociar con líderes políticamente débiles e inestables. ¿Lo harán?
Michel Barnier, el jefe negociador de la Unión Europea, dijo en su cuenta de Twitter que las conversaciones deberían comenzar “cuando Gran Bretaña esté lista”.
Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, dijo algo parecido, también en Twitter: “No sabemos cuándo comenzarán las conversaciones con Gran Bretaña. Sabemos cuándo deberán terminar”.
Esos comentarios buscarían que las negociaciones –cuando se produzcan– arrojen resultados creíbles y concretos en un plazo razonable. El consenso es que siempre será mejor llegar a un acuerdo aunque May haya dicho que su Gobierno estaría dispuesto a dejar la Unión Europea sin ese acuerdo bajo el brazo (a pesar de ese resultado irrogue un costo enorme para Gran Bretaña).
Pero también hay otra lectura posible: que los líderes de la Unión Europea quieran dar a los ciudadanos británicos la oportunidad de pensársela mejor. Es probable que May deba renunciar a su cargo y que Boris Johnson, el populista superilustrado, le suceda. Un personaje como él –cuya fortaleza de carácter no es admirable precisamente– sería el menos adecuado para liderar unas negociaciones tan duras y complejas como las que se anticipan. No es descabellado, por tanto, pensar en la posibilidad de que un sector de ciudadanos exija un nuevo referéndum para reversar la decisión de salir de la Unión Europea.
Lo único claro hasta el momento es que las elecciones del jueves pasado solamente añadieron más incertidumbre a un proceso erizado de riesgos para la población británica y europea, en general.
El (triste) consuelo que tenemos quienes observamos con asombro todo esto desde fuera es saber que la ineptitud y la incompetencia no son patrimonio exclusivo de los políticos latinoamericanos…
@ GFMABest