Luego de los dos debates, el uno organizado por EL COMERCIO y el otro, obligatorio, por el CNE, con una o dos excepciones los candidatos a la Presidencia, fueron perdiendo opciones para llegar a Carondelet. Los más eran políticos tercermundistas: ligeros de palabra, sin la preparación que se requiere para saber cómo solucionar los problemas que nos abruman. Para los más, cuando lleguen a la Presidencia nos lloverán dólares, como para dar a manos llenas. Para Arauz, el correísta: los miles de millones que requerimos vendrán de Suiza… (¡!).
Pocos los candidatos que se han percatado que somos un país tercermundista que se va hundiendo en el pantano del subdesarrollo, en el contexto de la aldea global, y que tan solo un esfuerzo mayúsculo nos permitirá ir acortando la brecha cada vez mayor entre nosotros y quienes dominan las ciencias y tecnologías avanzadas. Tal realidad al parecer no llega al entendimiento de Yaku Pérez, para quien un ‘vasito de agua’ basta y sobra.
En este orden de ideas viene el tema de la educación, educación de calidad. No fui correísta, pero sí ponderé lo que me parecía acertado en lo fundamental: las Escuelas del Milenio, la calificación de las universidades, un sistema nacional de investigación científica y tecnológica y educación superior, Yachay (la Ciudad del Conocimiento), no más paros de la UNE, el MPD barrido de las universidades públicas. Mis pronunciamientos como articulista de opinión de EL COMERCIO, constan en las hemerotecas. Como no le debo nada a nadie me asigno el derecho a opinar con la parte de la verdad que me asiste.
Volviendo a los debates. Tan solo uno de los candidatos puso énfasis en la necesidad que tenemos de estudiar y dominar las ciencias del mar y de la tierra, en el convencimiento que una gran producción agrícola y pesquera, con el valor agregado indispensable, nos permitirá competir con los países desarrollados. Por esa vía hacernos de los recursos que demandan los problemas relacionados con la salud, la seguridad, el trabajo. El desarrollo humano, digamos. Lástima que aquel candidato habló también de la pena de muerte.
Candidatos de pensamiento enanizado, diría P.J. Vera. Primitivo, peligrosísimo, diría yo. ¿Libre ingreso a las universidades? Quienes fuimos profesores universitarios sabemos del desastre académico que significó el libre ingreso; la deserción estudiantil llegó a tales extremos como para constituirse en una de las venas abiertas de nuestro desventurado país. ¿Universidades autónomas, libres, independientes? Como las 14 ‘de garaje’ que fueron eliminadas, o la Universidad Cooperativa de Colombia que fue clausurada por el ilustre educador Gustavo Vega Delgado cuando fue Director del Conesup. Eso sí, inviolable el pensamiento crítico y eclético, motor de cambio, patrimonio universitario en el mundo civilizado.