El ambiente político reinante en el país, convertido en un verdadero lodazal por la inundación de propaganda política del más bajo nivel, no auspiciaba un debate de altura, con un intercambio constructivo de ideas. Al contrario, la falta de propuestas y el exceso de ataques personales, lejos de iluminar el panorama político, profundizó la sensación de desencanto y la preocupación por el futuro del país.
Fueron pocas y aisladas las propuestas de enfrentamiento a los problemas enmarcados en los ejes de discusión, determinados como normas del evento. Y los candidatos no hicieron ningún acercamiento a la población que podría inclinar la balanza electoral con su apoyo, mediante propuestas que respondan a sus intereses, necesidades y simpatías.
En lo sustancial, el debate no se presentó como tal. Los candidatos no proporcionaron una propuesta global de su plan de trabajo, sus objetivos, sus estrategias, sus políticas, prioridades y, básicamente, sus beneficiarios. A partir de ese faltante, sus pocas ideas o propuestas de acción individuales no se ubicaron dentro de un contexto en el cual quepa ante todo el fin hacia el que se pretende llevar al país.
En una situación en la que por largo tiempo se ha dado una arremetida sistemática para denostar al Estado, por ineficiente y dispendioso, la propuesta debió explicar su posición al respecto, por sus implicaciones directas en la definición de estrategias y prioridades, y la utilización de recursos. Faltaron pronunciamientos sobre la eliminación de las desigualdades; garantizar que el crecimiento económico beneficie a todos, especialmente a los más vulnerables. El equilibrio entre desarrollo económico y protección social es un proceso continuo que requiere de un Estado que promueva la participación de todos los sectores de la sociedad en el cumplimiento de ese objetivo.
En lo económico, sorprendió el ofrecimiento de alcanzar un crecimiento de la economía del 4%, considerando la actual situación del país. Todos los organismos nacionales e internacionales estiman que, con dificultad, en el presente año se prevé algo más del 1 % de crecimiento del PIB. La cifra propuesta, entonces, demuestra desconocimiento de la realidad de la crisis económica del país y, por tanto, se convierte en una oferta demagógica, de difícil cumplimiento, tal como han sido otros ofrecimientos.
Sobre otros problemas con los que se expresa la grave crisis económica y social del país –inseguridad, narcotráfico, crimen organizado, pobreza, desempleo, corrupción– los candidatos no pasaron de la repetición de planteamientos cuya inserción en un plan de trabajo no existe. Se aventuraron cifras de creación de puestos de trabajo, sin sustento que demuestre su viabilidad, sin ubicación en una estrategia de crecimiento basada en la incorporación de mano de obra. Nada sobre el sector agrícola, desarrollo energético, el apoyo necesario a la industria nacional, especialmente la pequeña industria, la importancia del consumo interno para activar la producción. La inserción adecuada del país en el contexto internacional con políticas de comercio exterior y de participación en los esquemas de integración subregional y latinoamericana, no fue mencionada. La lucha contra la pobreza, cada vez creciente, no mereció ningún planteamiento de los candidatos. La serie de bonos que se anuncian en favor de diversos colectivos no solo que no soluciona nada, sino que exacerba el desencanto y frustración de la población que requiere políticas de protección social permanentes.
El debate político es una herramienta fundamental en las sociedades democráticas. Su importancia radica en su capacidad para enriquecer el proceso de toma de decisiones. Requiere de un formato que permita apreciar la capacidad de los candidatos para proponer y explicar su oferta de gobierno. Rebatir esas propuestas y proponer las propias significa un proceso dinámico que permite la argumentación, aspecto que da el carácter legítimo a un debate.
La ciudadanía va perdiendo paulatinamente el interés por los debates, entre otras cosas por los errores de diseño, mala copia de lo aplicado en otros países de diferentes características y realidades.