Si hay una cuestión, que ha preocupado siempre, esa cuestión es la del pensar.
¿Por qué pensamos? Una vez planteada en general, la pregunta se atomiza en mil pedazos, y queremos saber cómo piensan los bosquimanos, y cómo lo hacen los chinos, y también los alemanes, de los que se dice que están todo el día denken. ¿Cómo es ese proceso? ¿Hay algo que nos haga radicalmente diferentes, que nos impida pensar lo mismo, o ponernos de acuerdo en algo?
El caracter chino para pensar xiǎng (想) arroja algo de falsa luz al respecto. Su radical, el equivalente a nuestro étimo, lo que le otorga el campo semántico, al que la palabra pertenece, es la palabra corazón (xīn心), que aparece en su parte inferior (想). El corazón está relacionado con las emociones, en China, y en todos lados. De manera que este corazón chino, como el corazón occidental, tiene que ver con el conocimiento de la psique de uno mismo. Como los chinos, contienen el corazón en la palabra que usan para pensar, se diría que los chinos piensan también con el corazón.
La palabra china para psicología xīnlǐ (心理), lleva también este corazón xīn (心), como primer caracter, para inmediatamente ser cualificada por el segundo caracter lǐ (理), que significa, entre otras cosas, razón, orden, por lo que la psicología, sería la razón, el orden, del corazón. Este significado no parece muy alejado de la propia etimología de la palabra psicología, que sería la razón, el logos, de la psique. La única diferencia estribaría en que el corazón tiene un punto más de órgano material, pero nada más, pues ya se sabe que todo lo relativo al corazón, también es sumamente psíquico, volátil.
Siguiendo con el caracter que expresa el pensar xiǎng (想) , hay que decir que su parte superior 相 (xiàng, en cuarto tono) es la que le da el sonido al carácter xiǎng (想), aunque no el tono, que ahora es el tercer tono xiǎng. Esta es una de las seis maneras de formar caracteres en chino, un radical (xīn心) más una parte fonética (xiàng 相), a la que se le cambia el tono. Ocurre, sin embargo, que en este carácter se da la particularidad de que la parte fonética 相(xiàng), significa observar, mirar, y también aire, apariencia. Si se descompone este caracter en sus partes, a la izquierda tenemos árbol (木 mù), que representa la naturaleza, y a la izquierda ojo (目), que también se pronuncia mù. De manera que este 相(xiàng) nos refiere a alguien que mira un árbol, la naturaleza. Si a ese 相 (xiàng) se le añade finalmente el corazón 心 (xīn), resulta que tenemos a alguien, a quien la contemplación de la naturaleza, le produce unas emociones, que son las que provocan los pensamientos, el pensar. La tradición occidental también está llena de pensamientos generados por la observación y la contemplación de la naturaleza.
Dijo Pascal que el corazón tiene razones, que la razón no entiende (Le cœur a ses raisons que la raison ne connaît point), por decir que en la fría razón imperan un mar de sentimientos, y que raramente, si no nunca, se razona exclusivamente con criterios racionales. Dada la larga tradición racionalista occidental, y las pruebas de que no se razona en razón, sino echando mano también de un sinfín de emociones, se ha alegado que los chinos pudiera ser que tuvieran una mejor compresión del cómo razonamos, porque añaden físicamente esa parte emocional al hecho del pensar, a través de la presencia del radical del corazón xīn (心) en la palabra pensar xiǎng (想).
La alegación es legítima, y suena muy bien, pero es igual que esas cosas que son fantásticas sobre el papel, y un desastre en cuanto se ponen en práctica. En cómo pensamos, y qué es lo que nos llevó a pensar cuando bajamos del árbol, parece que estamos todos igual de perdidos. Tenemos saudades del árbol, y por eso lo contemplamos, y da lo mismo que los chinos contengan, en su palabra pensar (xiǎng想), el radical de corazón (xīn 心), cuyo campo semántico pertenece más al de los sentimientos, que al de la razón, y que las lenguas occidentales carezcan de esa raíz en las palabras que nombran la actividad de pensar, porque a la hora de pensar, lo hacemos todos horrorosamente, como auténticos bárbaros. “Entendámonos” –titula un poema Jorge Enrique Adoum.
Félix Valdivieso. Director del IE China Center de IE University y autor del libro China para los nuevos bárbaros”