De la dimensión mediática a la desconocida

Alguien sensato en el alto Gobierno cubano-venezolano debería entender que mientras más días pasen sin que el presidente Chávez aparezca, aunque sea vía Skype, o que diga algo por teléfono, los rumores sobre su deceso irán tomando mayor vuelo. Por eso es imperativa y determinante la designación de una junta médica que dé un parte científico sobre su estado de salud y saber a qué atenernos. Hay que tranquilizar al pueblo, a todos los sectores de la sociedad, principalmente a los militares.

Desde que se despidió el 8 de diciembre el país cayó en la incertidumbre, debido al silencio, absolutamente contrario a la comunicación permanente y abusiva que siempre mantuvo el Presidente. La vulnerabilidad del gobierno de facto de Maduro y compañía mantiene al país paralizado; en consecuencia, se deteriora aún más la economía y agrava la escasez de productos de primera necesidad, que son carburo para una explosión social.

En 14 años Chávez gobernó desde una dimensión mediática, en vivo y en directo; ahora su cuerpo se encuentra completamente aislado en la sala de terapia intensiva del Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas de La Habana, custodiado por la guardia personal de Raúl Castro y atendido por médicos que no salen del recinto hospitalario para que no se filtre información.

En esas condiciones, los hermanos Castro han tomado totalmente el control del Gobierno venezolano, a través de un hombre con mucho peso y poco seso, pero de su extrema confianza, Nicolás Maduro, para asegurar el futuro económico de Cuba y continuar financiando –con nuestro petróleo– el proyecto ideológico trazado por Fidel para los países no aliados de EE.UU.

Los Castro no dejaron que, con la gravedad que mantiene al borde de la muerte al Presidente, se le escapara de las manos la botija de USD 4 millardos anuales y, también se metieron en los bolsillos al hombre fuerte de la Asamblea, que se resistía a bailar “pegao” ese danzón. Para los militares, Chávez los traicionó al dejar a Maduro como sucesor y no a Cabello, que logró unir todas las tendencias en FF.AA. en torno suyo. Por ahora, Cabello no les preocupa tanto a los cubanos como el general Raúl Baduel, que aún en la cárcel militar mantiene mucha influencia, pues ocupó todos los mandos en la Fuerza Armada.

Cuando se aprobó la postergación de la posesión de Chávez, Baduel denunció un “nuevo golpe de Estado constitucional”, un pronunciamiento dirigido especialmente a los miembros de la Fuerza Armada, que tienen la obligación de hacer respetar la Constitución, defender la soberanía e impedir que Venezuela se convierta en la Provincia Nº 15 de Cuba, como despectivamente llama Castro a nuestro país, en reuniones del Comité Central del Partido Comunista. Los cubanos reconocen que cometieron un error al empeñarse en meter preso al gral. Baduel. Se ganaron más desprecio del que tenían entre los militares.

El Nacional, Venezuela, GDA

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