Columnista invitado
En realidad este artículo debería titularse que el daño es casi irreparable, pues mientras existe voluntad y decisión muchas cosas se pueden hacer. El caso es que una política de gobierno de enfrentamiento permanente con distintos sectores de la sociedad, un uso de la economía como un instrumento de objetivos políticos y electorales sin metas propias, una actitud de confrontación permanente con la comunidad internacional si esto permite también réditos políticos y el uso de la ideología para justificar actos de corrupción, sigue produciendo secuelas aunque muchas aún desconocidas.
Es inaudito que algunos piensen que haber inflado artificialmente gastos del gobierno o haber pedido plata a empresarios se justifica si era dirigido a financiar la revolución ciudadana. Estas son acciones que terminan justificando la inmoralidad, pretenden sepultar la moral, cuestionar la honestidad y desprestigiar la sanidad pública.
El gasto excesivo del estado durante más de 10 años, no solamente que dañó las finanzas públicas, sino que impuso un estilo de gobierno absolutamente proteccionista, corrupto e improductivo, donde el estado actuaba como actor, juez y parte de la economía.
Donde la afinidad al gobierno habría espacios para conseguir trabajo bien remunerado así como permitía formas de contratación que eran “beneficiosas” para el gobierno, para los funcionarios del estado y para el contratista, pues todos “llevaban” menos el ciudadano que terminaba pagando esos excesos con más impuestos o más deuda pública.
El haber regado impuestos a doquier cimentó una política “paradójicamente” paternalista y redujo, casi de raíz, el espíritu emprendedor de muchos jóvenes que veían al trabajo en el estado más rentable y menos riesgoso que emprender en algún proyecto innovador.
Esa década desperdiciada y perdida introdujo rivalidades y separaciones al interior de las familias, entre ricos y pobres, entre correístas y no correístas.
El liderazgo presidencial se confundió con sumisión, el respeto se cambio por miedo, la libertad fue confiscada y los derechos se concentraron a las esferas del poder político. Si en economía hay mucho por hacer y el periodo del actual gobierno resultará insuficiente, en el ámbito de los valores, la moral, la unidad nacional y el respeto el tiempo de recuperación será mucho más largo.
Es tan inconcebible que el país no haya reaccionado a tiempo y se haya anestesiado con el gasto desenfrenado, el endeudamiento irresponsable y la publicidad desmedida, así como que siga existiendo un porcentaje no despreciable de población que prefiera ese tipo de gobiernos.
El populismo es un cáncer incurable que destruye las sociedades y reprime los caminos del progreso.