Está abierta al público la Casa del Alabado. Una buena noticia entre las muy malas, las de todos los días, las de la politiquería y las de la retórica. El patrimonio ahí está mimado. Cada pieza tratada como una obra de arte, en bellas vitrinas para que luzcan los más preciosos detalles. 500 piezas arqueológicas espléndidas, seleccionadas de muchas otras más que hacen parte de su reserva. Cada espacio está tratado como una instalación. El patrimonio está allí, cuidado y halagado. La presencia de los antiguos en su magnitud estética conmueve en una muestra que ha roto cronologías y culturas, pero que se ha centrado en destacar el poder de los chamanes, mitos y cosmogonías y toda la expresión artística alrededor de ello. Además, un grupito de personas está trabajando con los moradores del barrio de San Roque para que se apropien de ese patrimonio, para que lo cuiden y velen por él.
Paradójicamente la muestra se gestaba, y se abre, a la par que se expiden unos borradores de leyes que, menos mal, permanecen en los cajones de la Asamblea. De acuerdo a esos borradores, solamente el Estado es el responsable del patrimonio y nadie puede ser custodio de ese patrimonio por más de 50 años y, además, si alguien osa cobrar (porque para mantener un museo hay que hacerlo porque para hacerlo hay que invertir tiempo y dinero en ello), el Estado puede quitarle al custodio ese patrimonio’ de acuerdo con esos borradores, hasta la memoria, personal y colectiva, es patrimonio del Estado, como los son incluso las fotos del álbum familiar de cada uno de ustedes.
Menos mal que algunas leguleyadas son solo eso. Y que a pesar de ellas hay quienes se ocupan en serio de la historia, de la arqueología, de la literatura, del cine, de las artes plásticas, de la gestión cultural y la salvaguarda de las raíces. Menos mal que hay quienes hacen esa apuesta muchas veces al margen de las instituciones y sin apoyo alguno. Y lo consiguen. Es cierto que el patrimonio es del Estado, es también cierto que, de no ser por sus custodios, ese patrimonio estuviera perdido.
Gracias a las famosas leguleyadas del patrimonio, hemos perdido también vitrinas importantes’ poco del Ecuador se ve en los grandes museos del mundo. Van Gogh sigue siendo patrimonio de Holanda pero se lo puede ver en el Moma de Nueva York’ en el caso ecuatoriano, a más de algún Guayasamín por ahí, o de alguna pieza que ha salido tránfugamente, el país no existe. Tenemos el patrimonio bien guardado bajo siete llaves, nadie lo puede ver, no se difunde, no se sabe de él.
Me alegro por El Alabado, ese compromiso de quienes rescatan el patrimonio, lo muestran, lo restauran y lo custodian para el gozo de los ciudadanos. Una buena noticia entre no sé cuántas malas.