Muy poco ha llamado la atención que el Ministerio de Defensa de un gobierno que se ha autodefinido como la antípoda de la llamada partidocracia haya designado como representante del Ecuador ante el Centro de Estudios Estratégicos de Defensa (CEED) de Unasur, que funciona en Buenos Aires, a Pablo Celi de la Torre quien ha trabajado con gobiernos durante el período llamado partidocrático.
Que Celi haya trabajado en el gobierno de Abdalá Bucaram como subsecretario de Sandra Correa no lo inhabilita en lo absoluto para ir representar al Ecuador en una ciudad tan linda como Buenos Aires. Tampoco lo inhabilita el haber estado involucrado en el caso de la mochila escolar porque la Justicia ya lo absolvió.
Tampoco es pecado haber sido asesor personal de Lucio Gutiérrez cuándo éste era Presidente de la República. Que haya estado junto a Gutiérrez no debería motivo para que la gente se escandalice por el nombramiento. Todos los ecuatorianos tienen derecho a participar en política. Lo mismo aplica para el caso de cuando Celi fue asesor de Fabián Alarcón cuando Alarcón fue presidente del Congreso Nacional.
Y aunque puede llamar la atención que este Gobierno que tanto se llena la boca de un violento discurso anti partidocrático haya nombrado a Celi, lo que realmente es digno de al menos despertar la curiosidad es la razón por la que se pensó para enviar al CEED a alguien tan estrechamente vinculado a la Contraloría. En efecto, Celi fue entre 2010 y hace poco de este 2011, Subcontralor Administrativo de la Contraloría y persona de inmensa confianza del contralor Carlos Pólit. Una simple búsqueda en Google permite saciar la curiosidad que pueda existir sobre los vínculos de Celi con los gobiernos de la triste y oscura noche neoliberal.
Razones para tener curiosidades sobre este nombramiento sobran. Lo importante es que con este nombramiento no haya perdido su curiosidad.