El cura y la niña
Este título tiene condumio de buen sabor, aleje de usted, por favor, toda sospecha. Acabamos de tener dos excelentes noticias sobre temas difíciles, que colmaron nuestras preocupaciones durante largos días y fueron tormento y tormenta política y humana: Dos historias de desaparición y aparición el mismo día y en 1ª. página, resultado de una doble, unánime esperanza.
15 de agosto: “4 Vocales del Cpccs fueron destituidos”, y desapareció de la órbita de nuestra preocupación el ‘señor’ Tuárez, -¡qué injusto llamarle ‘cura’, título que llevaron, por decisión de vida, eminentes ecuatorianos: un González Suárez, un Aurelio Espinosa Pólit, un José María Vargas, un Jorge Villalba, tantos y tantos que vivieron su entrega con ejemplar dignidad!-. Este Tuárez exhibió durante semanas toda su cachaza.
¡Qué bien viene ‘cachaza’ para caras y espíritus de Correas, tapiños, meras, alvarados, espinosas, buendías, amores, rivadeneiras, ovejas y ovejos; significa ‘desvergüenza, descaro, insolencia y ostentación de faltas y vicios’: Califica su presencia, su tiempo, su memoria. ‘Ostentación de faltas y vicios’, tal cual. Tuárez creyó que adoptando la cínica procacidad, las poses de grandeza de su patrón Correa, habría tenido los votos necesarios para salir campante, con sus adláteres, del juicio político. Pero, por una vez, el juicio dio resultado válido en esa Asamblea digna de mejores asambleístas y de mejor destino. Nos vemos aliviados de un horrible peso. Desaparecieron los Cpccs, ¡ojalá para siempre!
Ese día convergieron dos noticias opuestas, inmejorables: Apareció Anahí, la niña de menos de tres años, luego de días eternos de ausencia para sus padres, fatales para los ecuatorianos: ¡es tan común la desaparición de niñas, niños y jóvenes de los que no volvemos a tener noticia! Dieron la excelente nueva María Paula Romo, la Policía empeñada en encontrar a Anahí, este Gobierno de buena voluntad y la ayuda de gente comprometida. La encontraron en el Coca.
Y en este espacio optimista, vaya una noticia idiomática: ‘desaparecer’ significa ‘dejar de estar a la vista’: ‘Desapareció la niña, ¿dónde puede estar?’ fue expresión correcta sobre la circunstancia de Anahí. Pero no se diga: ‘Dos mujeres ‘desaparecieron’ a Anahí’, sino ‘Dos mujeres ‘hicieron desaparecer’ a Anahí’. Este es el uso correcto del intransitivo desaparecer. Lázaro Carreter, gran exdirector de la RAE, escribió: “En Colombia, según un rotativo nacional, hay una organización antidroga decidida a ‘desaparecer a Pablo Escobar de la faz de la tierra’. ¡Asombroso!, para quien recuerde la infección (¡!) que afecta a verbos intransitivos mutándolos en transitivos y al revés… Digamos: Pablo desapareció; Hicieron desaparecer a Pablo, no: Desaparecieron a Pablo. Y: Desapareció la niña, todo el mundo la busca. No: Desaparecieron a la niña. ¡Ah, si don Fernando, ya desaparecido, se levantara de la tumba! Tal vez volvería a desaparecer no, ‘a ser desaparecido’ por nadie, ni por Dios.