Las cosas del corazón no tienen agenda, pero las de la política sí. El 14 y 15 de noviembre el Ecuador será protagonista de la política Latinoamericana. Albergará en la ciudad de Cuenca la XXIX Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno. No obstante, cierta borrasca se cierne sobre la Cumbre cuencana por motivos imposibles de soslayar: En el Perú tendrá lugar la reunión de la APEC desde el 10 de noviembre hasta el 16 del mismo mes.
La colisión de agendas es evidente, tanto como la falta de planificación. De momento, la ministra de Relaciones Exteriores y Movilidad Humana, Gabriela Sommerfeld ha confirmado la asistencia de 9 presidentes, incluidos el Rey de España, Felipe VI, y el presidente Sánchez. No se nos puede escapar —aunque a algunos se les haya escapado la tortuga— que el año pasado, en la Cumbre de la República Dominicana, de los 22 miembros que la integran, acudieron hasta 14 presidentes o primeros ministros.
Tampoco fue una buena idea el asalto a la embajada mexicana en Quito para apresar a Jorge Glas. La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, será una ausencia notable, si bien la ministra Sommerfeld, ha expresado su confianza en que finalmente México envíe a una representación. Pero eso no es lo mismo a que venga la propia presidenta Sheinbaum, como cabeza de una de las potencias del continente.
La borrasca se acentúa, porque en el vecino Perú estarán de celebración. El inicio de la novela Cumbres Borrascosas yaintuía los problemas: «He vuelto hace unos instantes de visitar a mi casero y ya se me figura que ese solitario vecino va a inquietarme por más de una causa». No solo se inaugurará el megapuerto de Chancay en el Perú, que inevitablemente empañará el protagonismo del puerto de Guayaquil, sino que este será también inaugurado por el presidente Xi en el marco de una visita de estado, aparte de la APEC.
Cuando Xi se moviliza, toda China viaja con él. Para entendernos, los viajes de los presidentes chinos hoy en día son como los viajes de los presidentes americanos. Hay todo un ecosistema que se mueve a su alrededor, que igualmente se desplaza en esos viajes presidenciales, y que es necesario comprender en toda su dimensión, para saber aprovecharlos al máximo. ¿Está Ecuador en ello?
Pero no todo pueden ser malas noticias. En el camino de preparación de la Cumbre Latinoamericana, los 22 países integrantes de la misma han realizado una declaración esperanzadora. Han reforzado la cooperación en ciencia e innovación, promoviendo asimismo la IA en español y portugués.
«El desarrollo científico es la única respuesta a los problemas que enfrentamos. No podemos delegar en otros esa responsabilidad» —ha señalado el secretario general Iberoamericano, Andrés Allamand.
Como se decía, la política es una cuestión de agenda, no entiende de otra cosa. Y no se puede permitir choques, ni solapamientos. En la segunda edición de El continente olvidado, Michael Reid señala que debe figurar en la agenda latinoamericana el romper el debate histórico entre el libre mercado sin restricciones y el proteccionismo, y el dejar de alimentar la visión del poder como un patrimonio personal. «Para llegar ahí se requiere un nuevo tipo de política: frente a la polarización y confrontación ofrecida por populistas — y a veces por sus oponentes—, Latinoamérica necesita construcción de consensos, donde el estado, el sector privado y la sociedad civil trabajen juntos para fijar metas a medio plazo y responsabilicen al gobierno de su cumplimiento».
Aunque la visión de Reid en este libro es menos optimista, despeja un tanto la borrasca de las cumbres, añadiendo cierta pausa a todo, y para ello cita al liberal argentino Bautista Alberdi: «Las naciones, como los hombres, no tienen alas; hacen sus viajes a pie, paso a paso». ¡Que así sea la agenda!