Cumbre nuclear

La Cumbre nuclear realizada en Washington hace pocos días, a la que asistieron 47 jefes de Estado, ha culminado exitosamente, al decir de sus organizadores. Entre los países invitados se contaron Brasil, México, Argentina y Chile. La reunión tenía por objeto diseñar una política de cooperación para luchar contra el terrorismo nuclear, considerado como “el peligro más inmediato y extremo”.

Al terminar la Guerra Fría, disminuyó la posibilidad de una confrontación entre antiguos enemigos, pero aumentó el riesgo de que, gracias al contrabando o las compras ilegales, organizaciones terroristas llegaran a disponer de artefactos nucleares o tecnología para fabricarlos. Se especuló sobre el destino de las armas atómicas de las nuevas repúblicas surgidas después de la disolución de la URSS. Los criminales atentados en Nueva York y Madrid nutrieron esas preocupaciones.

La Cumbre de Washington acordó medidas para someter al control efectivo de una instancia internacional confiable, los materiales atómicos existentes, en un plazo de cuatro años. Es justificada la sonrisa de satisfacción de los presidentes, especialmente de Obama, al final de su trabajo. Existe actualmente una cantidad de uranio y plutonio enriquecido suficiente para fabricar más de 100 000 armas nucleares, que podrían extinguir toda la vida en el planeta. Además, las centrales nucleares civiles siguen produciendo, junto con la energía para usos pacíficos, material fisionable de alta peligrosidad.

La Declaración Final de la Cumbre reconoce que para garantizar una seguridad mundial efectiva será necesaria la cooperación de todos los Estados. Bajo tal perspectiva, se han firmado ya varios acuerdos.

Brasil estuvo en la Cumbre, ya es reconocido como potencia, lo que de hecho le confiere un liderato que conlleva responsabilidades ineludibles; siempre ha defendido su derecho al uso pacífico de la energía atómica y ha manifestado que la destrucción total de los arsenales nucleares sería la mejor manera de contribuir a la seguridad mundial; asiste a las reuniones de las potencias sobre la situación económica del mundo y tiene prácticamente el apoyo general para ocupar un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, si llegara a aprobarse la reforma de la Carta. Brasil debe ser cuidadoso para ejercer su liderazgo con cautela y prudencia.

Tema de evidente preocupación de la Cumbre ha sido el caso de Irán, cuyas políticas frente al terrorismo y al desarrollo nuclear pueden implicar una amenaza a la seguridad internacional.

Mientras la comunidad mundial estudia cómo hacer efectivas las sanciones que induzcan a Irán a una mejor cooperación, el Ecuador estrecha sus relaciones bilaterales. Ya empezamos a sentir las consecuencias de esa inexplicable conducta.

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