Dicen los chismes internacionales que el presidente Obama dio paso a un suceso histórico -el restablecimiento de las relaciones con Cuba- tomando en cuenta que se aproximaba una nueva Cumbre de las Américas. Además, le funcionó una idea más. Su gigante país se había casi olvidado de América Latina, mientras en esa región se suscitaban muchas novedades, tantas que él ya se había olvidado de ellas, con la excepción del singular caso venezolano. Pesaba la circunstancia de que los hermanos Castro también tenían sus razones para darse la mano con Obama. ¿Qué mejor que ser reconocidos y saludados por ‘Gringolandia’ cuando ellos andan por arriba de los 84 años y se va acercando la hora de un cambio en la isla?
Por cierto, Obama encontró voces adversas cuando dio el paso. Los republicanos están en contra. Pero cada vez más voces aceptan o aprueban en EE.UU. la aproximación a la isla que un día fue un enemigo temible por su cercanía y por sus emblemas de país castro-comunista. El 17 de diciembre del 2014 se hizo el anuncio, cuando la presencia cubana en la Cumbre de Panamá era inevitable. Pero luego Obama “metió la pata”. En un Decreto Ejecutivo incluyó la versión de que Venezuela era “una amenaza” para Estados Unidos. Concepto que le cayó muy bien al presidente Nicolás Maduro, que usa todos los recursos -buenos, malos y hasta feos- para mantenerse en el poder en medio de una seria crisis económica y de graves problemas políticos. Maduro convirtió la amenaza casi en un peligro de guerra o de invasión frente a la potencia norteamericana, a la que Chávez enfrentó -en la Cumbre número 4, de Mar del Plata, especialmente- y luego dejó ese legado a su sucesor. Con el añadido de que Maduro se va perfilando como un experto en la pelea.
Con la asistencia de Cuba, por vez primera, a una Cumbre y con el consiguiente encuentro de Obama con Raúl Castro, el presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, se frotaba las manos. “Una Cumbre histórica”, anotaban los medios. Más aún, casi la totalidad de los países participantes estuvo de acuerdo en una declaración final muy positiva, titulada ‘Prosperidad con Equidad: el desafío a la cooperación de las Américas’. Pero Venezuela y Nicaragua plantearon la inclusión de añadidos relacionados con el decreto estadunidense que causó el rechazo de Maduro. Lo cual, por cierto, no sería aceptado por Estados Unidos. Se frustró el plan inicial y la Cumbre terminó sin una declaración final. Todo lo cual termina favoreciendo al presidente Maduro para presentar en su país la imagen de que fue un triunfo suyo, con todo lo que ello significa. Con el añadido de que luego de llegar a Panamá, Maduro pronunció un furibundo discurso antiestadounidense. Sumando todo, el gobernante venezolano va acumulando votos para las próximas elecciones.
Por lo demás, la cita panameña fue interesante con la presencia de 33 jefes de Estado pero también con un documento firmado por 25 expresidentes latinoamericanos de centroderecha, en el que condenan a Maduro y piden la libertad de los presos Leopoldo López y Antonio Ledezma.
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