Washington Herrera

Cuesta arriba

Pero con trabajo y más trabajo al “estilo Carapaz” alcanzaremos la cima.

En el Ecuador se impone un cambio histórico de mentalidad y compromiso. Y los cambios históricos se dan cuando se enfrenta un desafío grande como la crisis que sufrimos, con más muertos que en una guerra. La respuesta debe ser una resiliencia positiva no solo para ser como antes sino mejor que antes. Un cambio de mentalidad implica entrar en una época en la que prevalezcan las políticas de Estado y no las de un gobierno. Y a este reto debemos reaccionar con un compromiso total de la sociedad para desintoxicarla de la corrupción e incompetencia.

Necesitamos frenar la caída de la producción de bienes y servicios porque es inadmisible más baja del Producto Interno Bruto que de USD 108.108 millones en 2019 cayó a USD 96.677 en 2021, mientras que la deuda siguió creciendo en los gobiernos de Correa y Moreno hasta llegar hoy al 65.3% del PIB. Racionalizar esta situación exige producir más bienes y servicios que antes de la pandemia, disminuir los gastos del sector público focalizando los subsidios, siendo prudentes en el achicamiento del Estado y aumentando los ingresos fiscales con mayor eficiencia en la recaudación tributaria y la contribución de los que más tienen, para que la deuda carísima no crezca más.

Esto es cuesta arriba porque ambas vías son impopulares y se necesita una pedagogía convincente para se acepte este enfoque con medidas que aumenten el empleo, compromisos de la élite económica y opiniones que influyan en la comprensión de los asambleístas, en el sentido de que no se puede hundir más al país con medidas populistas que han demostrado ser contraproducentes. Para esto necesitamos un plan de mediano plazo y un programa de corto plazo que inicie una conducción estratégica para ser predecible y considerado candidato a inversiones grandes en proyectos que traccionen varios sectores de producción.

De otro lado, la seguridad personal está en peligro y por eso debemos seguir dando bonos a los muy pobres para aumentar el consumo y la demanda, a fin de crear empleo nuevo con iniciativas flexibles que atraigan a los empresarios a emprender en obras de servicio público con capital privado como la dotación de agua buena y alcantarillado, de carreteras para movilizar la producción con peajes justos y digitalizar el país para ser modernos.

En el corto plazo la vacunación va a generar un rebote de la demanda reprimida y se venderán más bienes y servicios, pero no debemos engañarnos con este efecto inmediato sino aprovechar el momento para mejorar la productividad mediante la modernización de la maquinaria industrial y la tecnificación agrícola para obtener más frutos buenos por hectárea. A tal efecto cabe una variación en el destino de las inversiones para orientar hacia los productos transables y exportables y no hacer más edificios de oficinas que no serán necesarias por el auge del teletrabajo.

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