Cuenca siente alivio al contar nuevamente con su aeropuerto en funcionamiento, tras 139 días de problemas porque la pista estaba en mal estado.
Sin embargo, la pista refaccionada apenas tendrá dos años de vida útil. Por la emergencia, la desesperación de los usuarios y el presupuesto limitado, los trabajos de esta vez fueron para durar por un corto plazo.
Esto significa que el problema del aeropuerto no ha sido resuelto definitivamente y los habitantes que van y vienen de la ciudad austral volverán a quedarse sin conexión aérea en el año 2018.
Estos 139 días dejaron pérdidas económicas, especialmente para los negocios y el turismo.
Desde el 28 de abril, cuando un avión se salió de la pista, la terminal aérea operó de forma intermitente y luego el 20 de agosto fue cerrada totalmente para ejecutar las obras de recapeo asfáltico.
Esta terminal es importante por el ahorro de tiempo en los traslados, ya que por tierra -por ejemplo, entre Cuenca y Quito- el recorrido de los 455 kilómetros de la vía toma entre ocho y 10 horas, dependiendo si el viaje se hace en carro particular o en bus. A Guayaquil se tarda tres horas.
Pero el Aeropuerto es más importante y necesario, debido a la dinámica económica que tiene Cuenca con otras ciudades, específicamente con Quito y Guayaquil.
Es cierto que la capital azuaya depende de ese bicentralismo para fortalecer su crecimiento, con énfasis en lo económico, y para posicionarse políticamente. Sin embargo, la ciudad también ha marcado su propio modelo de desarrollo, precisamente por esas grandes distancias que la separan de la capital y del Puerto Principal.
Solo por mencionar un dato: Cuenca piensa en cómo hacer que sus habitantes tengan un mejor nivel de vida, más allá del tema de los servicios básicos (agua potable, vivienda, comunicaciones, calles…). El turismo, su conexión cultural con otros países, su gastronomía … son otros derroteros y el aeropuerto es vital para desarrollarlos.