La prioridad de los servicios cubanos es apuntalar al chavismo en el poder. Cuando Adán Chávez, el hermano mayor de Hugo, ya al corriente del cáncer que afectaba al Presidente, regresó a Caracas y dijo, públicamente, que había que pensar en defender a la revolución bolivariana por cualquier vía al margen de las elecciones, estaba describiendo la desesperada estrategia de La Habana.
Raúl Castro y su hermano tienen buenas razones para temer que si Chávez se muere, se lleva a la tumba a la revolución cubana. Esos 100 000 barriles diarios de petróleo, y los copiosos subsidios que le concede a Cuba, son el principal sostén de una dictadura asombrosamente improductiva, como denuncian sus propios mandamases.
Raúl y Fidel temen que la cúpula chavista, sorprendida al desaparecer el caudillo venezolano, se divida y sea barrida en las urnas. Saben que no hay nadie en las filas oficialistas que despierte simpatías populares. Chávez no creó un partido sino un coro de sicofantes. Muerto o durante una prolongada agonía, no tiene sustituto. Tratarán de imponerse por la fuerza y la represión para “radicalizar el proceso”.
El fin de la colaboración entre La Habana y Caracas conlleva otro aspecto gravísimo para los Castro. En Venezuela hay unos 70 000 cooperantes cubanos. Si el chavismo pierde el poder deberán repatriarlos y temen que gran parte intente quedarse. Hay planes para evacuarlos, pero antes de llegar a eso, el gobierno de Castro intentará mantener su jugosa colonia.
Los opositores demócratas venezolanos no se cruzan de brazos. Su mensaje a los diputados oficialistas y los militares con mando de tropa es: la inutilidad de convertir el Gobierno en una dictadura procomunista contra la voluntad del 80% de los venezolanos, incluida la mayoría de los chavistas, según todas las encuestas. Llegó el momento de quitarle la mecha a la bomba de tiempo mediante unos comicios honrados y el compromiso de no pasarle factura a nadie por los 12 años de chavismo. Para ellos (al menos para los que ya están al habla con sus adversarios chavistas) la desaparición del teniente coronel es una oportunidad de consolidar dos grandes fuerzas de centro-derecha y centro-izquierda que, con procedimientos democráticos, estabilicen al país. Probablemente Cuba no consiga imponer su voluntad en Venezuela, pese a todo el empeño que ponga. Cuando Moscú era la metrópolis del mundillo comunista centroeuropeo, los países satélites en gran medida eran parásitos económicos de la URSS. La relación de Cuba con Venezuela es diferente. Cuba es un parásito de su satélite. Los venezolanos no necesitan para nada a los cubanos. Esa relación de fuerzas acabará prevaleciendo.