A propósito de la entrevista de Jeffrey Goldberg del semanario The Atlantic a Fidel Castro, donde él afirma que “el modelo cubano ya no funciona ni aquí”, cuando Goldberg le pregunta si todavía el modelo puede exportarse, es útil hablar sobre la Cuba que no conocemos, al menos no en la América Latina del romanticismo zurdo de manual.
Cuba ha tenido uno de los mejores desempeños económicos de América Latina. Según la unidad de investigación de The Economist, la economía ha crecido sostenidamente a un promedio del 7% anual entre el 2002 y el 2007. Durante los años de crisis económica global, es decir 2008-2009, su economía creció al 5%, es decir a índices superiores del resto de América Latina y parte de la explicación es que se abrió de par en par a la inversión extranjera. Y con varias condiciones que en Ecuador resentirían. Para empezar, se dieron absolutas seguridades a la inversión, y se ofrece proyectos joint venture y llave en mano, se otorgó garantías para el uso de tierras por al menos cien años. De hecho, se han otorgado títulos para más de un millón de hectáreas y se están concesionando tierras masivamente para la construcción de resorts, spas y muchos, pero muchos campos de golf en toda la isla. Las grandes cadenas hoteleras del mundo ya han construido más de 11 complejos, para turismo altamente sofisticado. Con esto ¿quién necesita que levanten el embargo? Le quitaría algo de encanto si lo hicieran al capital español, francés, canadiense y ahora árabe, pues el hotel más ambicioso será construido por el reino de Qatar. Ni más ni menos. Hablando de economía política pura, esto explica porqué Fidel -en su primera salida pública en mucho tiempo- quiso enfrentarse a Irán y los peligros de la guerra nuclear y no le molestó hacer un mea culpa del pasado por haber invitado a Rusia a poner misiles nucleares en los 60. Sus nuevos socios árabes, que no comparten ideas con Ahmadinejad, necesitan ese tipo de garantías.
Todo este crecimiento tiene por supuesto su lado negativo. No todos los cubanos pueden acceder a estos nuevos puestos de trabajo de élite en los resorts y eso ha creado grandes diferencias sociales. De hecho, los anuncios de Raúl Castro para permitir la apertura de pequeños negocios y pequeña propiedad privada hace parte del plan para disminuir tensiones internas creadas también por restricciones absurdas de consumo, en un país donde campea el mercado negro y restricciones profundas a la libertad de expresión y asociación.
Por estas dos razones muchos cubanos han llegado al Ecuador o buscando ropa y enseres para vender a los nuevos y ansiosos consumidores cubanos en el mercado negro o buscando liberarse de las cadenas políticas de los Castro.
Como siempre, los “modelos socialistas” terminan generando hipercapitalismos como estos: capitalismo sin libertad política, pero nadie quiere hablar de ellos.