Ciertamente que cuando un artista está en gira en un país extranjero tiene el derecho de visitar, almorzar o cenar con quien quiera.
Si quien invita es el Presidente de dicho país, le asiste el derecho y el agrado de ir, codearse con el poder, tomarse fotos y ser comensal de Palacio.
Ese derecho incluye, por supuesto, dejarse manipular, hacerlo a sabiendas de que dichos acercamientos no pasarán desapercibidos y tendrán repercusión política.
Total, me imagino, estos personajes pensarán que con la fama se puede hacer lo que quiera.
Y que no es necesario saber mucho de ese país, estar al tanto de lo que hacen o dejan de hacer esos gobiernos, porque en realidad les debe importar bien poco los ciudadanos del país que visitan. Ese ha sido el camino reciente de Bosé, Sabina y Serrat, que en los últimos meses desfilaron por Carondelet para hacerle la corte al presidente Correa e, incluso, cantar a dúo con él.
¡Qué orgullo!
En su historia, Ecuador ha contado con grandes presidentes cantantes. En su tiempo, Abdalá opacó a Los Iracundos; hoy el Presidente en funciones hizo una segunda desentonada a Miguel Bosé.
Desde la perspectiva de los estrategas de la comunicación gubernamental, ciertamente que el negocio es redondo.
Un ‘celebrity’ despistado, manipulable, engatusable a quien se puede adular, acaramelar o, en otros casos, contratar, para que le haga el juego al poder resulta un recurso efectivo de propaganda política. Tratándose de artistas internacionales, incluso podría considerarse una forma de diplomacia pública.
Y es así que en los casos Yasuní o Chevron, el Gobierno fue mucho más allá de cenas o encuentros breves, y desplegó una estrategia, con muchos dólares de por medio, para lograr que personajes de Hollywood vinieran al país o hicieran declaraciones a su favor.
A eso habría que agregar todo lo gastado por el Gobierno para promocionar la imagen presidencial en el exterior, con doctorados honoríficos, conferencias, aparición en programas de televisión muy populares en el extranjero, para intentar hacer de nuestro Mandatario un ‘celebrity’ internacional.
Quizá, incluso, eso sea también parte de la personalidad del presidente Correa, que hasta pudiéramos pensar, como culminación de su mandato en vez de un plan anticrisis económica nos presente un disco grabado con sus temas favoritos u organice un concierto para recaudar fondos con todos los cantantes que son sus amigos.
Al final, al país no le queda nada. Quizá solo vivir la política como espectáculo y no como un espacio real de resolución de sus problemas. La farándula es así. Los ‘celebrity’ son así. Se ven desde lejos, se los admira, se los comenta, pero son ajenos. Allí, precisamente, radica su encanto.
Por ello, la plata que ha gastado el Gobierno y el cinismo o inocencia de quienes se han dejado manipular, habrá alimentado egos y billeteras, pero de nada le ha servido al país. En la foto publicada en ‘Justicia Infinita’ de Bosé con el Presidente aparecen en el fondo cuatro botellas vacías; cuatro botellas vacías tomadas a nuestro nombre.