En los años cuarenta del siglo XX, la mayor novedad tecnológica en el ámbito de la comunicación social era la radio, que se amplió por un decreto presidencial, de mediados de la década previa, que permitió a los impresos noticiosos acceder a frecuencias.
En esos años, los radiorreceptores eran de tubos y debÃan prenderse con anticipación, lo que daba tiempo a la socialización de los radioescuchas, que se reunÃan a escuchar las transmisiones, dado que habÃan pocos receptores y quienes los poseÃan invitaban a la familia y los vecinos a escuchar los programas, que se transmitÃan solo en determinados horarios.
Con el paso de los años y el abaratamiento de los costos, los aparatos radiales se popularizaron y ‘Radio Quito’ se volvió la más sintonizada de la ciudad porque contaba con cable internacional y un telegrafista para la información nacional, mientras que las demás emisoras únicamente leÃan las noticias de los diarios. También contaba con programas de la ‘Columbia Broadcasting System’ (CBS), la ‘Cadena de la Paz’ de la ONU y la BBC de Londres.
Otra emisora de gran popularidad en aquellos años fue HCJB porque, además de su selecta programación, fue la primera en transmitir las deliberaciones del Parlamento. Según el testimonio del periodista Juan J. Paz y Miño, solo habÃa un micrófono para todos los legisladores, por lo que dos personas debÃan correr de un lado a otro, llevando el pedestal y el micrófono, para instalarlo delante de quien ‘cometÃa’ el discurso de turno.
Si bien Carlos Mantilla Jácome, propietario de ‘Radio Quito’, decÃa que la abrieron para dar información amplia y detallada de la guerra mundial, a un año de su inauguración debieron reportear un conflicto armado en territorio: la Guerra del 41.
Durante ese año la emisora a colocar altoparlantes en los exteriores de su edificio para informar de manera inmediata la situación en la frontera y llamar a la población a recibir en sus casas a los evacuados de El Oro, a causa de la invasión.
A lo largo de la década, ‘Radio Quito’ también instaló un auditorio para que el público se reuniera a presenciar en vivo las presentaciones musicales y las dramatizaciones de ‘Estampas de mi ciudad’, columna de humorismo costumbrista. A ello sumaron actos culturales, ciclos de conferencias y concursos de diverso tipo.
Las capas medias fueron las más receptivas a estos cambios, especialmente maestros y burócratas, atraÃdos por las noticias, la opinión y el entretenimiento de la radio, asà como también por los diarios y el cine, en el proceso internacional de la cultura de masas.