Alfredo Negrete
Cuando la diplomacia es cínica
Cuando una ciudadana se acoge al asilo diplomático por persecución política por más de dos años en una embajada acreditada y luego sale sin ningún problema fuera del país la sospecha de una tramoya política de tres gobiernos; de Argentina, Ecuador y Venezuela, seguramente comprometidos con el ex mandatario ecuatoriano Rafael Correa, de cuyo gobierno fue ministra la sentenciada, asilada y ahora residente temporal en Caracas.
Es obvio que el principal imputado en la trama fue el embajador argentino en Quito que incluso celebró con una parrillada, además presentó una solicitud para retirar la patrulla política que, según el diplomático, acosaba a la supuesta asilada. El pedido fue atendido por el gobierno nacional que no consideró la situación judicial de la ex ministra que salió del recinto argentino y a los aeropuertos de Quito, Guayaquil y Caracas. Todo en ley según las exigencias de control migratorio. El mismo gobierno que negó el salvo conducto por la vía diplomática dio las facilidades aéreas para que la asilada pueda llegar a Caracas. Por eso hay que repetir hasta la necedad.
En este contexto resulta cínico afectar las relaciones entre Ecuador y Argentina, cuando ambos países son parte de un mismo embuste. Existían otras vías para saldar cuentas comunes y finiquitar el extraño caso.
Con este desagradable episodio político y diplomático el correísmo evidencia su entronque internacional y la posible relación con el gobierno nacional que lo ayudara a salvar el escollo del juicio político. No así la muerte cruzada en cuto proceso ha demostrado un interés justificado por la posición electoral que ostenta en la actualidad. Pocas los intereses política muestra su bifurcación nacional e internacional.