Hace 110 años culminó la construcción de la obra vial más emblemática y compleja del país, el Ferrocarril Trasandino, de 452 kilómetros, que conecta las dos regiones más importantes y facilitó el transporte de personas y carga, que hasta entonces se hacía a lomo de mula con grandes dificultades.
Fue, en realidad, obra de titanes, ya que en la época no se disponía de los equipos mecánicos ni de la tecnología actuales y las enfermedades causaron tremenda mortandad entre los trabajadores.
En 1872, durante la Presidencia de Gabriel García Moreno se iniciaron los trabajo e, inclusive, se inauguró el primer tramo entre Durán y Yaguachi. Más tarde, Eloy Alfaro asumió y dio impulso definitivo a la obra, para lo cual suscribió un contrato con el estadounidense Archer Harman, quien trajo 4 000 haitianos para reforzar los frentes de trabajo y vencer dificultades que parecían invencibles.
En medio de gran júbilo popular, el 25 de junio de 1908 arribó a la estación de Chimbacalle, de esta capital, la locomotora número 8 y se hizo realidad un sueño, pero años más tarde ese sistema de transporte pasó paulatinamente a segundo plano por la construcción de carreteras y aeropuertos y la incorporación del servicio automotor y de la aviación comercial.
Durante algunos años dejó de operar la red ferroviaria del país y, el expresidente Rafael Correa dispuso la restauración de la ruta Quito-Guayaquil en su polémica década, con propósito turístico.
Varias publicaciones internacionales especializadas en temas ferroviarios coinciden en que el tramo denominado ”Nariz del Diablo”, entre Sibambe y Alausí, es el más peligroso o uno de los más peligrosos del mundo, ya que en un recorrido de 12 kilómetros, con una diferencia de altura de 500 metros, los rieles bordean una pared rocosa casi perpendicular en la que el tren, mediante una sistema de zigzag, avanza y retrocede unas cuantas veces, maniobra que causa estremecimiento a unos pasajero y emoción a quienes gustan del riesgo. Una obra de ingeniería asombrosa que ha dado lugar a diversos mitos.
Lonely Planet, destacado medio especializado en temas de turismo, dice que un viaje en nuestro tren “es el cuarto mejor del mundo” y la Asociación Británica de Escritores y Fotógrafos, por votación de sus 275 miembros, lo cataloga como el “Mejor producto turístico a nivel mundial”, tras una evaluación en la que se consideró el potencial turístico y la posibilidad de admirar de cerca los nevados del Callejón Interandino, así como el Subtrópico y la Costa en un crucero cómodo en el que se disfruta de la sabrosa gastronomía ecuatoriana. También fue nominado por la Asociación Latinoamericana de Viajes (IATA) al galardón “Éxito Promocional”.
Una coincidencia histórica nefasta es que los dos mandatarios artífices de tan monumental obra, García Moreno y el Viejo Luchador, fueron asesinados por enemigos políticos en esta capital.