La afirmación del presidente Correa de apoyar la reelección indefinida no debería sorprender a nadie. Desde la campaña del 2006, habló de la reelección inmediata. Quizás no vendía imagen anunciar que podría ser indefinida, cuando en la región quienes habían reformado la Constitución de sus países a esa época, para quedarse en el poder, Carlos Menem en Argentina y Alberto Fujimori en el Perú, cayeron por su ambición.
Con los años, ambos fueron procesados y el segundo guarda prisión por abusos y desafueros de cuando su poder parecía irresistible.En noviembre del 2007, con motivo de la Asamblea de Montecristi, Correa dijo: “… los diputados, alcaldes y prefectos tienen reelección indefinida, pero presidente y vicepresidente no (…), ni una sola vez. Eso es absurdo, como es un absurdo la reelección indefinida, pues la democracia implica alternancia”.
Como indulgencia para el Presidente, podría decirse que si Pedro negó tres veces a Cristo, y éste le perdonó, ¿por qué censurarle a Correa que lo que ayer calificó de “absurdo”, hoy proponga que se lo implante?
El caso de Cuba es aparte, una revolución en que el poder pasó del comandante Fidel Castro a su hermano Raúl, en el transcurso de 55 años, sin que su sistema político tuviera algo que hacer con los sistemas dominantes en América Latina.
El comandante Chávez afectó a la institucionalidad de Venezuela –que tenía vicios acumulados- por la vía de una asamblea constituyente que le facilitó acumular poder y la multiplicación de procesos electorales –siempre en campaña con mucho dinero de los elevados precios de petróleo-, a más de un sometimiento del poder militar a su voluntad, e inauguró el modelo que podría definírselo “para siempre en el poder”, que parece también persigue Evo Morales en Bolivia y Daniel Ortega en Nicaragua. Chávez murió y la posta la tomó Maduro.
¿Puede pensarse que alguien que asuma estar conduciendo una revolución, tenga la “debilidad” de poner en riesgo un proceso de esa condición? Parecería que no.
La legislación y los procedimientos y actos restrictivos para los contrarios y permisivos para favorecer a ese modelo, por parte de las autoridades electorales y de otras instancias del poder público, también serán esperables. No es que no se dieron antes de las elecciones para las autoridades seccionales del reciente febrero del 2014, pero se extremarán en cualquier otro proceso electoral, para intentar evitar reveses.
Aun cuando hay algunos que al ver multiplicados los espacios de publicidad del vicepresidente Glas, con el tema de cambio de la matriz productiva, pensaron que él era el delfín, mas aún agregada la frase de halago del presidente Correa: “Si todos amaran a la patria como tú y yo, Jorge…”, pesa más la realidad de que usualmente los delfines toman distancia.