El gobierno y todos los ecuatorianos debemos encontrar una solución para los hermanos venezolanos que han llegado buscando refugio. No podemos cerrarles las puertas estableciendo requisitos inalcanzables como pasaportes. Se trata de un problema humanitario que sufren hermanos latinoamericanos que en otro tiempo, cuando Venezuela disfrutaba de mejores condiciones de vida, recibieron bien a muchos ecuatorianos que migraron a ese país.
Otra buena razón para dolerse de los refugiados venezolanos es que nosotros hemos escapado, por poco, de una suerte similar porque también estuvimos bajo las veleidades del socialismo del siglo XXI. Nos libramos del caudillo, allá no lo hicieron a tiempo y están secuestrados por una gavilla de enajenados.
El diario El Nacional de Caracas relata que el número dos, Diosdado Cabello, practicaba la demagogia vocinglera cuando se produjo el sismo, se calló y preguntó: ¿tembló? Cuando le contestaron que sí, volvió a preguntar: ¿y dónde estaba yo pues? Uno de los lectores del diario le contestó diciendo que estaba, como siempre, fuera de la realidad.
La gente huye de Venezuela porque ya no hay doctrina ni realidad o falsedad, solo hay la locura de un país donde todo es escaso y, por tanto, valioso, menos el dinero que no vale nada porque no sirve para nada. La última fórmula mágica de la economía fue quitarle cinco ceros al valor del dinero, como si este juego de ceros hiciera aparecer los alimentos que faltan o las medicinas inexistentes.
El gobierno ha subido el salario mínimo a 180 millones de bolívares fuertes, 1.800 bolívares soberanos; las empresas deben ajustar todos los salarios, por méritos, antigüedad, destrezas, formación, etc. Además deben pagar nuevas cargas tributarias, precios más altos por las materias primas y los insumos, pero no pueden subir el precio final de los productos porque están congelados. A sabiendas de que es imposible, el gobierno ha ofrecido pagar el diferencial del salario mínimo, pero solo a los trabajadores que puedan exhibir el carnet de la Patria y el pago se hace en calidad de préstamo para las empresas.
Para el gobierno es fácil porque el Banco Central es quien financia el gasto público y lo hace emitiendo, vía digital, cantidades inimaginables de dinero que solo existen en la red. La liquidez monetaria en poder del público superaba los cuatro billardos (un millón de millardos) en bolívares fuertes, Aquí está el origen del incremento desenfrenado de los precios. Para el gobierno no hubo problema, simplemente decidió quitarle cinco ceros al bolívar fuerte y le llamó bolívar soberano.
La inflación seguirá imparable y el número de desempleados más allá de los más de tres millones actuales, todos ellos estarán pensando en huir a Colombia, Ecuador o cualquier otro país donde puedan al menos alimentar a sus hijos, hasta que sea la gavilla de locos la que salga de Venezuela.