Sun Tzu, en su obra clásica El arte de la guerra, tuvo razón al pronunciar su máxima: es mejor ganar sin luchar. Puede sonar contradictorio pero a veces en la vida se pierde ganando o se gana perdiendo y peor cuando se presenta lo que denominan “crisis existencial”.
La contundente y lapidaria (digna de ser grabada en una lápida) carta de José Hernández (Expreso, 20 nov. 2011) a Javier Ponce despertó el tema. Hace tres años y siete meses me referí en esta columna al nombramiento del actual Ministro de Defensa y decía que si estaba convencido del actual estado de cosas, como un destacado poeta, escritor y hombre de letras podía desempeñar un buen papel en otras áreas (cultural o social). Más aún cuando había antecedentes por las críticas (hoy por la versión de militares activos, por desconocimiento de la realidad) que había escrito a través de artículos de opinión y libros. Varias de ellas, en su obra Y la madrugada los sorprendió en el poder, que se refiere a la actuación indígena y la caída del presidente Mahuad (21 de enero del 2000), aunque allí también opina sobre diversas actuaciones militares, entre ellas en el conflicto del Cenepa (1995).
Sus escritos reflejaron dudas y críticas a la fuente militar. Fustigó en el mencionado libro al coronel Hugo Chavez, al que lo calificó de golpista convertido en líder de una relectura del pensamiento de Bolívar. Años después firmó un convenio de cooperación técnico militar con ese gobierno de Venezuela (7 octubre 2009).
Atrás quedaron sus poemas y su destacada producción literaria: A espaldas de otros lenguajes, Escritos Lejos, Los códices de Lorenzo Trinidad, Texto en ruinas, Afuera es la noche. Antes, sus novelas El insomnio de Nazario Mieles, Es tan difícil morir y Resígnate a perder. Desde el 2008 se puso en onda con la doctrina de las operaciones sicológicas, combinadas, conjuntas; los dispositivos de combate, de seguridad, de enemigos; de la compra de armamento; del repliegue en conjunto, guerrillero, y tantos conceptos que contiene el Diccionario Militar.
Según miembros de la cúpula de FF.AA. y activos integrantes del entorno ministerial, hoy tiene un concepto claro del papel de la institución. Se enteró, cambió de criterio y se convirtió, como ha reconocido en interno a los jefes castrenses, quienes valoran al ciudadano ministro y destacan mucho su transformación y forma de ser en esta etapa de su vida. Entre los militares al comienzo hubo resquemores y luego tranquilidad en la cúpula, especialmente por la estabilidad que ha dado al mando durante casi cuatro años luego de Angostura. Renunció a su pasado para pasar a recibir honores y condecoraciones militares. Contrariamente a la obra de García Márquez, El coronel no tiene quien le escriba, el poeta sí tuvo quién le recuerde la coherencia en la vida.