La crisis institucional sigue instalada en el Ecuador y en lugar de superarla se profundiza. La polarización de posiciones a la que le han llevado al país, el mal ejemplo, las actitudes prepotentes, autoritarias, intolerantes y el intento de uniformar el pensamiento único, contrario a la plena vigencia de un sistema democrático pisoteado, pero también la ruptura inaceptable del orden dejan este saldo.
Si bien defendemos principios de la institucionalidad, el respeto al orden jurídico y a la autoridad elegida en las urnas, una sociedad se construye sobre la base de consensos, acuerdos, diálogo civilizado, liderazgo positivo. Que se procesen los planteamientos viables y no solo se escuche, porque caso contrario la decantada participación ciudadana y de las organizaciones resulta un cuento.
Se cambiaron algunas estructuras con la nueva Constitución y los resultados están a la vista. A la Policía se le asigna la total responsabilidad del orden público y solo excepcionalmente podrán actuar las FF.AA. cuya misión fundamental es la defensa de la soberanía y la integridad territorial. Si se juzgaría por un período presidencial, el saldo sería fracaso institucional, sin perjuicio del justo reconocimiento de los avances últimos en la reforma estructural, los intentos de control y la entrega de recursos como nunca antes para construir una política de estado de seguridad ciudadana. En tres años y nueve meses aún está en construcción esta política, ahora sobre las cenizas de los hechos del 30 de septiembre, cuando en el 2007 se habló que en dos años se contará con la mejor Policía de América Latina.
Luego de los últimos sucesos también se evidencian profundas fallas. Con la nueva Ley de Seguridad Pública cambiaron estructuras. La Secretaría de Inteligencia que se creó es la responsable del Sistema Nacional de Inteligencia. Despistados de la realidad y de las percepciones de las que hablaba otro inexperto ex ministro, los teóricos estaban tranquilamente en un curso mientras los policías agredían al Presidente.
El Ministro de Finanzas reconoció en Ecuadoradio que la homologación salarial estuvo presupuestada para cuatro rangos en la Policía y FF.AA., pero lo real es que recién se oficializa cuatro días después del sangriento rescate del Presidente. Hubo que esperar a que se rompiera la disciplina policial y militar para actuar y tristemente entrar a bala a un hospital. En el caso de la Policía, institución respetable y necesaria para cumplir con el principal mandato constitucional de la seguridad ciudadana, ha sido lamentable el manejo de crisis. Cómo es posible que en este lapso hayan pasado y salido 29 generales (de Distrito e inspectores), en una muestra de inestabilidad y mal manejo político, en algunos casos de principiantes y desconocedores de la realidad nacional.