Lo peor que le puede pasar a cualquiera, sea persona, empresa o institución es perder su credibilidad. Es un intangible invalorable por múltiples razones. Por eso, resulta incomprensible las declaraciones hechas por cierto vocero gubernamental de muy alta representación, posteriormente desautorizado, sobre las supuestamente verdaderas razones de la estrategia de diálogo abierto por el gobierno desde los primeros días de su mandato.
Si lo dicho responde a la verdad, lo cual lo desconozco pero me deja un mal sabor, las posibilidades de recuperar los principios de la democracia estarían en entredicho. Se habría usado un momento de cansancio social y agotamiento político, simplemente para refrescar las relaciones dentro de la sociedad.
Si aquello no es así, sino que fue una estrategia temporal y de ocasión del gobierno para ganar adherentes dentro de su movimiento político, mientras consigue aglutinar un número crítico mínimo que permita dar soporte a su gestión, el camino seguido también ocasiona un compromiso que con el tiempo se develará como incumplible.
¡Qué infortunio! Cualquiera que sea la verdad incluso distinta a estas dos reflexiones, lo cierto es que el daño ya está hecho. Las dudas están ahí y si no existe una clara explicación, con su consiguiente compromiso, la credibilidad ha sido erosionada, no por la oposición cuya tarea es precisamente esa, sino por sus propias huestes.
Ahora pasemos a la economía. Algo parecido ocurre con los datos que ofrece el Banco Central del Ecuador, otrora institución sobre la cual a nadie se le ocurría pensar que modificaba los resultados de los indicadores macroeconómicos. Hoy en día los reiterados cuestionamientos hechos por distintas instituciones a los resultados ofrecidos de los últimos años, le colocan con su señoreaje en flequillos.
Cordes, en su última publicación referida a las recientes estimaciones del PIB para el año que concluye, cuestiona con argumentos objetivos las inconsistencias que existen entre los principales datos de las cuentas nacionales. Y éstas no son menores o de baja monta. Son tan graves, que va a ser muy difícil sostenerlas. Aquí, el tiempo será el enemigo implacable de la travesura hecha.
Pero, la historia en economía no termina aquí, los datos del Presupuesto en ejecución y los del 2018 también están contaminados para ofrecer un resultado “acomodado”. La deuda pública es otro eslabón de los maquillajes, que unas veces se los reconoce y otros se los oculta. Y, aún con ellos ya se violó la ley. En fin, el cuento no concluye, hay más ejemplos de estos arreglos.
El gobierno ofreció transparencia. Todos la queremos. Es cierto que muchas cosas importantes han ocurrido y eso se reconoce, pero estos casos han nublado el horizonte.