La factura en el planeta ha sido alta y diversa por el covid: por un lado la muerte y el dolor, y por otro el negocio por los costos caros de las pruebas (PCR o rápidas). Qué decir en los casos en donde tuvieron que acceder a las unidades hospitalarias en busca de urgente atención y en aquellos en donde no pudo atender el Estado hubo que endeudarse y pese a eso muchos encontraron la muerte. Las pruebas han sido y siguen siendo fundamentales para identificar los casos y aislarlos a través del cerco epidemiológico, más aún hoy por la expansión de Ómicron. Sin embargo, los costos ponen a prueba las políticas de salud. Las vacunas se desarrollaron y avanzan pero las pruebas se mantienen caras. Los laboratorios asumen los altos costos de insumos y materiales y tienen derecho a marginarse utilidades, pero por la demanda ha resultado un buen negocio, más que por el precio por el volumen.
Qué han hecho la OMS y los organismos regionales y locales para regular bien y sensibilizar a las entidades privadas de salud para que sean también un servicio y una contribución con orientación social?
Ante el repunte de casos se necesita seguir siendo rigurosos con medidas de bioseguridad, pero además se requiere hacer más pruebas. ¿Por qué cuestan tanto? Se podrá decir que en otros países cuestan más, pero en otros son gratuitas. En el Ecuador, el Gobierno ha tenido éxito en la vacunación, reconocido nacional e internacionalmente, pero la irresponsabilidad ciudadana por el relajamiento complica el panorama debido al repunte de contagios y amenaza de nuevo la capacidad hospitalaria. Si bien avanza la vacunación, el reforzamiento con la tercera dosis y la prevención, subsisten problemas: la escasez de medicamentos y los costos de las pruebas. El gobierno debiera actuar para que bajen las tarifas y sea más eficaz la prevención. También para que se supere el desabastecimiento de medicinas. ¿Qué será del Vicepresidente, a quien se le encargó la tarea de salud?