El pasado mes de febrero terminó con una inflación de 0,61%, más de cinco veces la tasa registrada durante ese mismo mes del año anterior. Con esto, la inflación anual se ubicó en 4,05%, una de las más altas de los últimos años. El rubro que más contribuyó a este incremento fue el de transporte, por el encarecimiento generalizado de los automóviles.
Las medidas de salvaguarda que las autoridades piensan aplicar para equilibrar la balanza de pagos acelerarán aún más ese ritmo de crecimiento de los precios, pues el costo incremental de los nuevos aranceles será transferido al consumidor de forma total o parcial. Los productores locales también subirán sus márgenes, aprovechando el incremento generalizado de precios.
Si no se ofrece un marco adecuado de incentivos para que la producción nacional sustituya al producto importado, la salvaguarda producirá un efecto equivalente a lo que durante los ajustes de los años 80 y 90 se denominó una “devaluación contractiva” y que consistió en lo siguiente: la depreciación de la moneda encarecía las importaciones y ayudaba a controlar la hemorragia de recursos que sufría el sector externo. Pero ese encarecimiento de las importaciones generaba, a su vez, una contracción de la demanda interna –porque los productos finales subían de precio– que, a su vez, afectaba al crecimiento.
Por definición, las salvaguardas deben ser temporales. Esperemos que las autoridades también lo vean así y aprovechen el tiempo de duración de aquellas medidas para poner en marcha proyectos de inversión en conjunto con el sector privado local y extranjero.
La reunión entre empresarios y autoridades que se produjo esta semana en Quito es positiva y beneficiosa para el país. Ojalá el Gobierno muestre la voluntad política para llevar a la práctica los casi 40 acuerdos o proyectos de trabajo conjunto que se fijaron durante aquel encuentro.
Existe, como es obvio, el riesgo de que toda esa agenda quede en nada y que aquella reunión haya sido programada con el único propósito de comprar el silencio del sector empresarial mientras se aplican las antes mencionadas salvaguardas.
Suspicacias aparte, creo que a nadie se le escapa de vista que está en el mayor interés de este Gobierno y de la sociedad ecuatoriana en promover un consenso de largo plazo que nos permita enfrentar con éxito la pérdida de ingresos petroleros y el advenimiento de una época pospetrolera.
Está probado que los países consiguen un desarrollo sostenido cuando existen sólidas alianzas entre el sector público y el privado. Si no se producen esos acuerdos, las economías de aquellas naciones están condenadas a ser víctimas de los ciclos políticos a los que les someten sus gobernantes populistas.
@GFMABest