Las denuncias de supuestos escándalos de corrupción, que involucrarían a miembros de la élite política y empresarial de Brasil, fortalecen el criterio de que el denominador común de varios gobernantes de la región, que se autoproclaman adalides impolutos de partidos de izquierda, habría sido el enriquecimiento ilícito, la voluptuosidad, etc.
La prensa y la televisión argentinas informaron esta semana que Miriam Quiroga reveló que durante 10 años fue secretaria y amante del entonces presidente Néstor Kirchner, lo cual -afirma ella- sabían los ministros e, inclusive, su esposa, Cristina. Y que era tal la cantidad de dinero que manejaba el Mandatario que lo enviaba en grandes fundas a su tierra natal, en el sur del país del Cono Sur.
Otro caso reciente es la denuncia de que Gabriela Zapata, pareja sentimental del presidente de Bolivia, Evo Morales, con quien, inclusive, habría procreado un hijo, habría dirigido una poderosa empresa multinacional y habría obtenido cuantiosas ganancias ilícitas.
Mientras tanto, el 10 del presente mes la Fiscalía planteó la prisión preventiva de Luiz Inácio Lula da Silva, expresidente del gigante sudamericano, por presunto lavado de dinero, falsificación de documentos y desvío de fondos de Petrobras, empresa que fue dirigida por la actual presidenta de la República, Dilma Rousseff. Esta firma registró el año pasado una pérdida de 9 660 millones de dólares.
La constructora Odebrecht ha tenido una oficina exclusiva para el pago de coimas. Fue condenado a 19 años de prisión el Presidente de esa empresa, a la que le han sido adjudicadas siete obras en Ecuador por un monto de 2 650 millones de dólares, entre ellas el Metro de Quito.
Ante la ola de multitudinarias manifestaciones para exigir su renuncia o destitución y en vista de que Lula da Silva, en su calidad de expresidente no tiene fuero privilegiado que beneficia a los ministros, la señora Rousseff lo designó Ministro de la Presidencia, cargo que asumió el 16 de marzo. Pero magistrados del Supremo Tribunal anularon de inmediato dicha maniobra, que tuvo como agravante la divulgación de una conversación telefónica entre la Presidenta y su mentor, grabada por la Policía, en la que ella le dice: “Estoy enviándote el papel (nombramiento) para que lo tengas pero solo úsalo en caso de necesidad”.
La revista Veja, en edición del 11 del presente mes, manifiesta que Lula ha llevado “doble vida”, ya que, por una parte, hace alarde de una situación modesta y, por otra, “lejos de los focos” se acostumbró a la opulencia y disfruta de un apartamento tríplex, frente al mar en la Costa de Sao Paulo y un rancho en las montañas de Atibaía.
Esta oportunidad ha servido para recordar que en 1988, cuando el mecánico tornero recién aspiraba a la Presidencia, afirmó: “En Brasil cuando un pobre roba va a la cárcel y cuando un rico roba se convierte en ministro…”.
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