Las elecciones del domingo 9 de febrero arrojan las cifras de mayor polarización que se registra desde 1978. En efecto, Daniel Noboa y Luisa González, concentran el 88 % de los votos. Inédito. De los 16 candidatos, 12, no lograron el 1%. Quedaron anulados y absorbidos por la polarización. La cifra que más se acerca fue la del 2017, entre Lenin Moreno y Guillermo Lasso con el 67,45% de los sufragios. El presidente que mayor porcentaje ha logrado en la segunda vuelta, es Jaime Roldós en 1979, con el 68,49%.
Lo sucedido el domingo deja datos importantes para el análisis: Daniel Noboa queda primero, (de la información recogida del CNE hasta el momento) y el correísmo, desde el 2009, por primera vez termina en segundo puesto en la primera vuelta. Recordemos que en las elecciones de 2013 tuvieron 100 asambleístas y en el 2017, 74. Mayoría absoluta. Ahora, ya no será la fuerza aplastante en la representación parlamentaria. Lo curioso, con el vacío de liderazgo en la sierra, y en particular Quito, sus electores se inclinan contra del correísmo, lo que permitió que Guillermo Lasso y Daniel Noboa lleguen a la presidencia. Lo más probable que igual suceda el 13 de abril.
La conquista del voto en la segunda vuelta será reñida. Sin embargo, para Luisa González, terriblemente complicada, Cuesta arriba y hasta improbable. En los procesos electorales nadie traslada los votos. Pero sí existen tendencias que se inclinan hacia algún lado. Es obvio que la mayoría de los votos que alcanzó Andrea González condenan al correismo. Iza, con algo más del 5%, es una cosa y la CONAIE otra. Los indígenas tienen memoria y saben quién los humilló y maltrató. Por lo demás, las fracciones pequeñas de quienes no alcanzaron el 1%, tienen convicciones democráticas y les importa el país. Entre la democracia y la narco política, se supone que serán repulsivos ante quienes están cerca de los cárteles y de la violencia criminal. Es infrecuente que los electores se suiciden de manera colectiva.
El señor Leónidas Iza, que por fin sabemos representa al 5% de los electores, ha dicho que «no vamos a endosar el voto a nadie». Obvio. El voto no es trasmisible porque alguien lo pida. Plegar al correísmo sería una inmolación. Los indígenas tienen memoria del maltrato y la persecución que sufrieron durante el régimen autoritario de Correa. A pesar el engañoso dulce encanto, envenenado, de la señora González y su vocación por las dictaduras.