Correa y su repliegue táctico
El presidente Rafael Correa va a la Asamblea de las Naciones Unidas en Estados Unidos y deja atrás, por unos días, un país desapacible. El proceso eruptivo del Cotopaxi y la presencia de El Niño, después de una temporada de incendios en la Sierra, tienen como telón de fondo la crisis económica.
Las cifras aparecen de modo consistente en las estadísticas y ya no solo se refieren al precio del petróleo y al déficit de la balanza comercial sino a la liquidez y a los créditos.
Nada que no se pueda controlar con un buen manejo comunicacional y propagandístico, parecieran estar listos a responder quienes idearon el estado de excepción para todo lo relacionado con la actividad volcánica y tomaron la iniciativa política en la batalla contra los incendios, por encima de la acción de los organismos seccionales.
Nada que no se pueda controlar -dirán- proyectando una imagen presidencial reflexiva, previsiva y hasta filosófica frente a la adversidad; las tragedias, ha dicho Correa, nos ponen a prueba y deben servir para forjarnos. Y en cuanto a la economía, el Gobierno ya no es partidario de los milagros, pero se cuida de mantener la iniciativa también en esta materia, en el supuesto caso de que la oposición intentara meterse en serio a la discusión.
Todo pareciera estar bajo relativo control, excepto -claro está- la imagen internacional del Gobierno. La táctica fallida de refutar con descalificaciones a los diarios mundiales que escribieron sobre el caso de Manuela Picq y sobre las protestas indígenas se acentuó luego con la arremetida contra Fundamedios.
La verdad es que las alertas ya estaban prendidas desde hace años, empezando con el juicio contra El Universo y otros casos que simbolizan el ataque contra la libertad de expresión, y desde entonces las cosas en esta materia solo han empeorado pese a los esfuerzos gubernamentales, al punto que puede considerarse la batalla perdida de Correa.
Volvámonos, sin embargo, sobre el escenario local. En estas semanas vemos un Gobierno dispuesto a escuchar al empresariado y a la banca. El pragmatismo se vuelve más evidente y, mientras se siguen gestionando créditos externos, se intenta mantener los planes de inversión y los tan rendidores subsidios.
Y frente al enorme desfase entre la apabullante propaganda oficial y la dura realidad, se nota un repliegue táctico. Ojalá, dirán ellos, sin bajas. Imagen conciliadora, menos agresividad, concesiones, dilación de temas considerados irrenunciables hasta hace poco -incluso a costa de la confianza-, como las leyes de herencia y patrimonio.
Parece que asistimos al anunciado punto de quiebre político dictado por la economía, en el que temas como la reelección por simple enmienda quedarán cuesta arriba. Ante el evidente repliegue táctico, ¿Correa seguirá dándose el lujo de seguir jugando en el tablero político como su principal adversario?