El Gobierno acaba de anunciar con gran entusiasmo que los títulos universitarios obtenidos en el extranjero serán reconocidos automática y gratuitamente por el Estado ecuatoriano. Es loable que se hayan suprimido los costos del reconocimiento y, con ello, liquidado una operación abusiva que explotaban ciertas instituciones. Sin embargo, el anuncio vino acompañado de una pequeña precisión: el reconocimiento automático opera exclusivamente para las universidades extranjeras que consten en el listado publicado por la Secretaría de Educación Superior.
Ya que el diablo se esconde generalmente en los detalles, es necesario examinar el mecanismo con mayor precisión. El listado de 1 003 universidades debe ser un “copy-paste” de alguna publicación en idioma inglés y, al presentarlo, la Secretaría de Educación Superior no tuvo el cuidado de traducirlos al español. En la nómina aparecen, curiosamente, “The Central University of Venezuela, the National Autonomous University of Mexico, the Complutense University of Madrid, the Catholic University of Chile y the Latin American Faculty of Social Science Flacso”. Lo grave no es utilizar la lengua inglesa mientras se suprime la terminación “.gov” de las páginas Web del Gobierno a título de soberanía; lo grave es haber excluido sin explicaciones a cerca de 16 000 universidades adicionales que operan en el mundo.
No existe un registro formal de las instituciones extranjeras en las que hayan estudiado ciudadanos ecuatorianos. Es fácil concluir, sin embargo, que la gran mayoría de estos alumnos no asistió a las universidades registradas por la Secretaría de Educación Superior. En EE.UU. existen cerca de 4 000 universidades pero únicamente 209 constan en el listado oficial. De las cerca de 90 universidades chilenas solo tres han sido incluidas. No aparecen universidades colombianas, peruanas o centroamericanas. Entre las francesas no figuran algunas de las legendarias “Grandes Ecoles” como la Ecole de Ponts, Arts et Métiers, el Ensae, Ensta, Esaci, AgroParis Tech, ni otras importantes como Paris I, II, III, VIII, XII o XIII. No asoman, tampoco, instituciones noruegas, danesas, islandesas, rusas, irlandesas ni austríacas. Tampoco las universidades “on line” cuya presencia y relevancia es cada vez mayor.
Cualquier estudiante ecuatoriano graduado en el extranjero cuya universidad no conste en esta lista deberá someter su título y programa de estudios a consideración de una comisión “interinstitucional” que evalúe su “calidad y pertinencia”. Nada resulta tan impreciso, elusivo y relativo en el mundo académico como los atributos de “calidad y pertinencia”. El Ecuador, sin embargo, será el primer país del mundo que ose medir estos elementos y determinar el valor de los cientos de miles de carreras y títulos que se ofrecen en todo el planeta.