La abundancia de asesinatos consumados por sicarios llega a niveles no solo de susto, sino de espanto, en la ciudadanía ecuatoriana. ¿Cuál puede ser su origen?
Esta escena: un hogar muy pobre, deshecho, con una madre que realiza milagros para mantener y educar a sus dos hijos que cursan estudios secundarios. De pronto aparecen signos de rebeldía y desobediencia a las instrucciones maternales. La disciplina y hasta el respeto y afecto a la madre desaparecen poco a poco: el varón comienza por faltar a clases y, meses después abandona los estudios, bajo la alegación de que no son útiles para vivir. De pronto aparece con dinero, en buena cantidad. Es que se ha iniciado como “sicario” y en la espantosa labor de asesinar por precio, pagan bien.
La hija, alumna de colegio, bajo la tentación de una amiga ya pervertida y ante la oferta de una época de lujo y amplias comodidades, ingresa al grupo de señoritas que prestan servicios personales a los capos del narcotráfico. Ellos escogen lo que su torcido apetito busca: medidas corporales a su satisfacción. Uno de ellos solicita chica virgen; por una virginidad paga bastante, pues busca satisfacer su capricho lascivo y enfermizo. La chica, aún con uniforme del colegio, abandona el estudio y empieza a llegar a casa con numerosos vestidos caros, calzado, joyas y más objetos para ella inalcanzables en la vida honrada. No falta un jefe narco que exige una joven con busto prominente. Para adquirirlo, ella inclusive se somete a una operación en la que le inyectan silicona.
Todo temporal, pues los jefes narcos las utilizan solo por un lapso y las reemplazan con otras.
Esta es –a grandes rasgos- la realidad que presenta una telenovela colombiana que pone en evidencia la miseria moral que se deriva de algunos narcotraficantes con las mujeres. En sus lujosas mansiones, resguardados por gente armada, con la infaltable piscina y consumo de licores caros, quienes dependen de ellos son verdaderos esclavos. Si alguno falla, la muerte le viene como consecuencia.
La acción de sicarios en nuestro querido Ecuador es reciente. El asesinato se producía de manera excepcional. Los sicarios que actúan en Ecuador lo hacen tal como aparece en la telenovela: disparan desde una motocicleta y causan la muerte.
¿Cómo hemos podido llegar a época semejante? Seguramente con la intervención de ajenos al país, pues su técnica es tal que apenas, en un caso, la Policía ha logrado capturar a un sicario y obtener su confesión sobre la señora que le contrató para matar.
¿Cabe exigir más a nuestra Policía, hoy desmotivada y con algunos de sus miembros acosados con juicios penales o en prisión?
¡Bien para la “ciudadanía universal”! Continuaremos viendo cadáveres despedazados y con claros signos de tortura previa. Esto no puede proseguir por la salud de la patria.