Ocurrió en el siglo XV cuando la Inquisición perseguía a los no creyentes. Muchos se convirtieron por temor y algunos resultaron más estrictos e intolerantes que los nacidos en la fe. Desde entonces se hizo proverbial el fanatismo de los conversos porque debían mostrar mayor fervor que los viejos creyentes para disipar cualquier duda.
Alianza País es una organización de conversos. El grupo de fundadores, que era muy pequeño, se redujo más con la separación de ecologistas infantiles y de aquellos que tenían “agenda propia”. El número de conversos, en cambio, ha crecido. Los mejores servicios al movimiento lo han prestado los conversos, han sido servicios tan especiales que sería una injusticia olvidarlos.
Uno de los aportes del último libro del ex presidente Osvaldo Hurtado, ‘Dictaduras del siglo XXI’, es dejar consignados para la historia los nombres de aquellos conversos que han prestado servicios relevantes en la obra de la Revolución Ciudadana. Como ese presidente del Tribunal Electoral y los vocales que destituyeron a 57 diputados y le hicieron creer al país que seguía viviendo en democracia. O ese presidente del Tribunal de Garantías Constitucionales y los vocales que se designaron y se posesionaron a sí mismos como miembros de la Corte Constitucional. Igual que ese presidente de la Corte Suprema de Justicia que aceptó someter a sorteo el cargo de magistrado.
La historia debe recordar al presidente de la Asamblea Constituyente, congresillo y Asamblea Nacional que consideró correcto poner el poder legislativo a órdenes del Presidente de la República. Y deberían quedar consignados los nombres de todos los conversos que traicionaron a sus partidos y el voto de sus electores para terminar “más papistas que el Papa”.
A la larga lista de proveedores de servicios especiales para el proyecto político de la Revolución Ciudadana habría que agregar los nombres de procuradores, contralores, fiscales y jueces que, en lugar de buscar que la Revolución se allanara a la ley, facilitaron que la ley se allanara a las necesidades de la Revolución.
Resulta escalofriante el repaso de lo ocurrido durante estos años, pero es bueno disponer de un relato ordenado, documentado y exacto del proceso de degradación de la democracia hasta terminar en una autocracia, como dice el ex presidente. Debe quedar “prohibido olvidar” los nombres de los que coadyuvaron, por amor o por temor, a esta degradación. El aspecto más repulsivo de las nuevas formas “democráticas” es la manipulación del pueblo. Una trama de engaños, ofertas, propaganda, subsidios y bonos conduce a victorias electorales turbias que permiten la perpetuación del sistema. Nada de esto es visible para observadores que llegan en calidad de “acompañantes” a dar fe de la “transparencia” de la elección.