Ahora que vamos despacio, vamos a contar mentiras. Por el mar corren las liebres. Por el monte las sardinas. Ahora que vamos despacio, vamos a contar mentiras. No se han abierto carreteras en el Parque Nacional Yasuní, tralalá, tralalá. Ni se ha explotado petróleo en los tres bloques que están más allá, tralalá, tralalá. Ahora que vamos despacio, vamos a contar mentiras. Con más extracción de crudo terminaremos con la miseria, tralalá, tralalá. Llegarán la educación y la salud, tralalá, tralalá. Y los pueblos del milenio, tralalá, tralalá.
Los indígenas aislados no están por ninguna parte, tralalá, tralalá. No se sabe nada de ellos ni tampoco se sabrá. Ni si viven ni si mueren, tralalá, tralalá, total, qué más les da.
Petroecuador tiene los mayores estándares ambientales (¿y el último derrame y rotura del Sote?), tralalá, tralalá. Si es de ser, será.
Las comunidades amazónicas defienden su selva, tralalá, tralalá . Pregunten en Kawimeno quién mismo ganará, si el verde color del billete o el verde naturaleza, tralalá, tralalá. Por el mar corren las liebres, por el monte las sardinas… Va siendo hora de contar verdades. De poner las cartas sobre la mesa. Se acabaron los viajes alrededor del mundo. Los discursos. Los hoteles cinco estrellas. Los imponentes pabellones en las ferias de turismo o en las ferias del libro del mundo entero. Se acabó la colecta. Se acabó el discurso ambientalista y de derechos de la naturaleza. Los ambientalistas pronto se volverán terroristas. Y los que cantaban fervorosamente al Yasuní le apostarán al capital y a los petrodólares. La tortilla se dio la vuelta: bienvenidos al reino del revés.
La suerte del Yasuní estaba echada ya. El Plan B siempre fue el Plan A. Mientras en Quito o Cuenca la gente marcha con alegría y esperanza, en el bajo Napo la mayoría de comunidades ya se han doblegado por el petróleo y a las pocas que se resisten, nadie les ha acompañado. Suben tubos y bajan tubos. Se construyen campamentos a toda velocidad. Se firman convenios. Se abren trochas y una carretera, la del Bloque 31, que corta en la mitad al Yasuní. En Montecristi (¿un desliz?) le dieron una potestad al Presidente en el art. 407: “Se prohíbe la actividad extractiva de recursos no renovables en las áreas protegidas y en zonas declaradas como intangibles, incluida la explotación forestal. Excepcionalmente dichos recursos se podrán explotar a petición fundamentada de la Presidencia de la República y previa declaratoria de interés nacional por parte de la Asamblea Nacional, que, de estimarlo conveniente, podrá convocar a consulta popular. La declaratoria de interés nacional está dada: falta plata, hay que pagar los préstamos a China, hay urgencias.
Vamos a contar verdades. La selva ya no es virgen. Los pueblos indígenas aislados no están tan aislados, han sido ocultados, y algunos, han sido muertos.