Los organismos internacionales como el FMI, Banco Mundial, OECD, Cepal entre los más importantes, coincidieron en sus proyecciones sobre el comportamiento de la economía mundial para el presente año. Todos, sin excepción, bajaron sus estimaciones de crecimiento y advirtieron que Europa caería en recesión lo que afectaría a su vez al crecimiento de economías como la China, que tiene una fuerte relación comercial con el continente. De lo que va del año, lo proyectado por estas instituciones se está cumpliendo, ya que al cierre del mes de febrero, China reportó que su déficit comercial fue el más alto de los últimos 13 años, alcanzando la cifra de USD 31,5 mil millones. Paralelamente los indicadores sobre la actividad industrial y las ventas al por menor fueron menores a los proyectados. Ante esta realidad, China tendrá que aplicar políticas que estimulen el crecimiento. Una de ellas estará ligada a la reactivación del crédito para estimular la producción y la demanda interna, para lo cual las autoridades monetarias preparan la tercera reducción del encaje bancario en cuatro meses. Por el lado externo, China tendrá que mantener su cuestionada política cambiaria para favorecer a sus exportaciones y restringir sus importaciones. Por muchos años, las principales economías del mundo, encabezadas por la de Estados Unidos, han venido presionando a los chinos para que revalúen su moneda, ya que su política cambiaria está ocasionando desequilibrios en la economía mundial. La respuesta china a las presiones ha sido tímida. Establecieron una banda para que el yuan se mueva en ella sin dejar de pegar su moneda al dólar, que en los últimos años se ha depreciado. La respuesta del Gobernador del banco de China es que se ampliará la banda dentro de la cual fluctuará el tipo de cambio. En las circunstancias actuales, revaluar el yuan sería abonar terreno para que se deteriore aún más la balanza comercial, ya que las exportaciones se encarecerían y las importaciones se abaratarían. Eso es lo que demanda la comunidad internacional, para que el crecimiento de la economía China dependa más de la demanda interna que de las exportaciones. En una situación de estabilidad económica, posiblemente China cambiaría la orientación de su política cambiaria, pero en un entorno adverso como el de Europa, no se podría esperar que se opere un cambio en la política cambiaria. Fuertes vientos de frente están afectando al crecimiento mundial. Si se le agrega al lento crecimiento económico de las economías desarrolladas, el problema de Oriente Medio que mantiene alto el precio del petróleo, lo más seguro es que en algún momento de este año, los organismos internacionales vuelvan a revisar sus proyecciones a la baja.