En la época de bonanza económica, allá por el año 2011, la banca privada registraba una tasa de morosidad del 3,8% para los créditos de consumo, mientras el promedio global llegaba al 2,6%, considerando los préstamos comerciales, de vivienda y para la microempresa.
Como sucede en toda época de bonanza, el consumo aumenta, y más cuando el Gobierno pone mucho dinero en circulación para que la gente compre y empuje el crecimiento. En el 2011 la economía nacional creció a una tasa del 7,9%, la mejor que ha registrado la actual administración.
La rentabilidad de la banca en esa época estaba en el orden del 19%, más que aceptable para una economía dolarizada como la ecuatoriana.
Pero el 2012 empezó la desaceleración económica en el país, que significa un crecimiento positivo pero a tasas cada vez más bajas. Es probable que esa desaceleración haya terminado el 2014 y que el año pasado la economía haya decrecido. Sería el primer año de contracción en este Gobierno.
El Central no publicó el viernes pasado las cifras de las cuentas nacionales del 2015, como estaba previsto en su calendario anual. Estas cifras también confirmarían si el consumo se contrajo el año pasado, pues los datos preliminares del Banco Central señalan que había aumentado un 0,2%.
Lo cierto es que la economía nacional ya está en cifras negativas en el presente año. Las proyecciones de diferentes organismos nacionales e internacionales apuntan a una contracción que oscila entre -2% y -4,5%. Las proyecciones oficiales aún no se conocen.
Esa contracción se evidencia en una caída del consumo, pues la gente tiene menos dinero en el bolsillo para comprar, otros se han quedado sin trabajo y no pueden cumplir a tiempo con sus deudas. Por eso la tasa de morosidad en los créditos de consumo prioritario bordeó el 9% al cierre del primer semestre del 2016, prácticamente el doble del promedio global. Al igual que el resto de actividades productivas, la banca ha perdido atractivo y su rentabilidad está ahora en el 6%.