Los centros comerciales están llenos, las ventas de autos rompen récords cada año y en los restaurantes no hay mesas libres. Pero la economía está mal. En serio que está mal.
Pero cuando la superficie brilla, no son evidentes los problemas que hay por debajo de esa cara resplandeciente. Para ver los problemas hay que recurrir a la información del Banco Central sobre el crecimiento de la economía.
El último dato publicado por el Central sobre el crecimiento de la producción en el Ecuador dice que al primer trimestre de este año el país produjo 0,6% más que el primer trimestre del año pasado. Ese es un crecimiento bajísimo, sobre todo si se considera que en ese período la población creció y que, por lo tanto, la producción por habitante cayó en, aproximadamente, 1%. También es bajísimo si se lo compara con lo que crecieron Perú, Uruguay o Brasil en el mismo período (6, 9 y 9%, respectivamente).
Todos los datos anteriores son del crecimiento de la producción (el crecimiento del PIB). Eso significa que el Ecuador produce casi lo mismo que hace un año. ¿Entonces si no está creciendo la producción, por qué los centros comerciales, los autos y los restaurantes sí? Porque la producción no crece, pero la demanda sí.
Y es que la demanda puede ser muy alta si el Gobierno gasta mucho. Imagínese que el Gobierno sube el sueldo de un burócrata. Él sale de su oficina y, como tiene un poco más de plata en el bolsillo, decide comprar pan. Luego se sube a su auto y se da cuenta que está viejo y decide cambiarlo. Llama a la casa para avisar que ya compró pan y se da cuenta que el celular está viejito y decide comprarse otro (un dato importante: el trigo para el pan, el auto y el celular son importados).
Imagínese que el Gobierno sube el sueldo a todos sus burócratas y aumenta el número de empleados públicos. Imagínese que el sueldo promedio crece en 45% en 4 años, mientras que el número de burócratas sube en 100 000. Asústese porque eso es lo que sucedió en el Ecuador entre el 2006 y 2010. Y con eso, la producción del país no creció en nada pero la demanda se incrementó de una manera evidente.
Estamos produciendo poco, pero estamos consumiendo mucho. Y el hueco entre lo que producimos y lo que consumimos se cubre con importaciones que, entre el primer trimestre de 2006 y el primer trimestre de este año han crecido en 62% (en dólares corrientes, sin contar importaciones de combustibles).
Cuando un gobierno les hace la vida imposible a los productores, estos dejan de producir. Y si paralelamente dispara el gasto público, ese aumento en la demanda termina cubriéndose con importaciones. Cualquier explosión del gasto público es peligrosa, pero cuando lo implementa un gobierno que no entiende la importancia de aumentar la producción, es catastrófico.