Nadie desconoce que el ex alcalde de Guayaquil y actual líder del Partido Social Cristiano (PSC) ha sido en los últimos años (luego de León Febres Cordero) una figura prestante de la política local y nacional del Ecuador.
Desde hace varios meses había la expectativa de que Jaime Nebot participe en las elecciones presidenciales. Sin embargo, eso no progresó tras el anuncio que hiciera él mismo la semana pasada. En cambio, ha planteado una consulta popular para viabilizar cambios que permitan enfrentar de mejor manera los efectos de la pandemia.
Si hubiese voluntad sincera de cambio, el mismo Nebot, a través su bancada en la Asamblea, junto al correísmo (su nuevo gran aliado en la legislatura, CNE y TCE), podía haber planteado antes proyectos para mejorar la situación de la seguridad social, del agro, la seguridad jurídica…
La iniciativa entonces de impulsar una consulta tiene fundamentalmente fines políticos y electoreros. No es más que una mala estratagema de hacer campaña anticipada, sumar adhesiones y ver entonces si hasta el 7 de octubre (fecha máxima para la inscripción de candidaturas) mejoran los datos de las encuestas y le aseguran el paso a la segunda vuelta.
El ex alcalde de Guayaquil no se puede liberar de un “karma”: a medida que más desea, más se aleja del solio presidencial. Y es que el momento propicio para ser candidato a la Presidencia fue en 2017.
Hay momentos en la vida en que no sabemos qué sucede pero todo sale mal. Eso es lo que le ocurre a Nebot y al Partido Social Cristiano (PSC). Han intentado por meses levantar la imagen de Nebot, pero todo ha sido cuesta arriba. Sus desatinados comentarios sobre sector indígena durante las protestas de octubre y la pésima actuación de la alcaldesa de Guayaquil y del extinto prefecto del Guayas en la reciente crisis sanitaria han terminado por malograr aún más su imagen no solo a nivel nacional sino incluso en la provincia del Guayas. Curiosamente, los errores de sus discípulos terminaron por hundirle aún más.
El “modelo exitoso de Guayaquil”, exportable a otros municipios del Ecuador y de América Latina, ha visto sus limitaciones cuando se trata de garantizar derechos y la vida de los más pobres. En estos momentos de crisis lo que propone Nebot no es prioritario.
Nadie quiere saber de consultas populares. Para quiénes ahora están desempleados y aquellos que viven de la informalidad les preocupa más cómo se deteriora cada día la calidad de vida de ellos y sus familias.
La gente está cansada y molesta con gran parte de la clase política. Ser político o hacer política es sinónimo de corrupción. También de incapacidad, indolencia, vanidad… No veo que el PSC sea diferente.
En lugar de plantear una consulta popular deberían esperar más bien hasta el día de las elecciones para ver si, con un CNE independiente, transparente y fiable, logran el favor del pueblo. Esa va a ser la verdadera consulta.