Los altibajos de la lucha antidrogas

El Consejo de Control de Sustancias Estupefacientes y Psicotrópicas (Consep) acaba de aprobar la nueva tabla de drogas con la fijación de dosis, que permitirán a los jueces determinar si los detenidos cometieron microtráfico o narcotráfico.

Se trata de la tercera tabla -desde la aprobación de la primera en 2013- que en esencia reduce las cantidades permitidas para sancionar el tráfico de heroína, pasta base de cocaína, clorhidrato de cocaína y marihuana.

Esta medida, que se aplica por una preocupación expresa del presidente Rafael Correa, amplía el carácter punitivo de la política antidrogas, pero no resuelve el problema de fondo: el consumo creciente, sobre todo entre los jóvenes, de diferentes sustancias.

Aunque la semana entrante la Asamblea Nacional tratará en segundo debate la ley de drogas, el Estado aún no logra plasmar un enfoque integral para enfrentar el flagelo que anualmente destruye millones de vidas y familias en el mundo.

Mientras tanto, el eslabón más débil de la estrategia antidrogas todavía sigue siendo la prevención. Esa tarea educativa debe involucrar a todos los sectores de la sociedad, especialmente a las familias y a los maestros en los planteles educativos.

Hacia allá también debería enfilar sus campañas comunicativas el Régimen, tan empeñado en utilizarlas para fustigar a quienes denomina sus opositores políticos.

Si bien la Policía muestra buenos resultados en capturas sistemáticas de estupefacientes, las estructuras de las organizaciones criminales se mantienen intactas. En general son capturados los pequeños traficantes y las ‘mulas’, no los peces gordos.

Es indispensable que las autoridades prioricen sus esfuerzos en atacar el negocio, las finanzas de los grupos delictivos, lo cual implica una preparación constante del personal de investigación y la integración de equipos multidisciplinarios. Así, el Gobierno debe abordar simultáneamente todas las aristas de un fenómeno complejo, que amenaza a toda la institucionalidad.