Los temas relativos a la paz y seguridad internacionales, en el marco de la ONU, son de competencia del Consejo de Seguridad, cuyas atribuciones incluyen la de autorizar el uso de la fuerza coercitiva en casos específicos. El Consejo está integrado por quince miembros, cinco de los cuales son permanentes y están dotados del derecho de veto: China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia. Los diez restantes son elegidos y ejercen sus funciones por dos años.
Para integrar el Consejo es indispensable haber contribuido al fortalecimiento de la paz y la seguridad internacional y a la solución pacífica de las controversias, así como respetar la aplicación del derecho en las relaciones internacionales.
El Ecuador ha sido miembro del Consejo en tres ocasiones: en 1950-1951, 1960-1961 y 1991-1992. No se sabe si el gobierno planifica presentar la candidatura ecuatoriana para el futuro próximo.
Los más graves e importantes temas de interés mundial son examinados en el Consejo de Seguridad, lo que permite a sus miembros influir en su tratamiento y en las medidas que se adoptan. Algunos países, incluso uno importante de Latinoamérica, han preferido no integrarlo, en vista de las graves responsabilidades que se asumen. La presentación de candidaturas se hace cada vez con mayor anticipación, en parte debido al considerable aumento del número de miembros de la ONU, que pasó de 45 el año de su fundación a más de 190 en la actualidad.
Cuando Japón se presentó como candidato para la elección de 2008, el presidente Correa resolvió apoyarlo. Sin embargo, el día mismo de la votación, cambió su criterio y se pronunció en favor de Irán. A falta de una explicación válida, la opinión pública atribuyó esta conducta a “coincidencias ideológicas y políticas” entre Ahmadinejad y Correa. Japón fue elegido por una mayoría abrumadora. Con Irán se firmaron numerosos convenios, muchos de los cuales parece que van a ser denunciados por no haberse cumplido.
En su reciente visita a Japón, el presidente Correa le anunció un nuevo apoyo para el Consejo de Seguridad. Como dicho país es actualmente miembro del Consejo, el apoyo debe referirse a una eventual reelección en 2016 -rumor que ya corre en la ONU- o para una membrecía permanente si llegara a aprobarse la reforma de la Carta de la ONU que desde hace más de 20 años busca democratizar, modernizar y volver más transparentes sus trabajos. En este segundo caso, ¿era oportuno el anuncio en vísperas de viajar a Corea, país que se opone firmemente a la aspiración japonesa? Parecería que el Gobierno pensara que excediéndose ahora en ser complaciente estaría ‘compensando’ la falta de seriedad con la que trató al Japón hace dos años. ¿Será esta una expresión de la nueva diplomacia?