La inmovilidad de Quito es casi total. Las cifras lo corroboran: el 30% de los pobladores de la ciudad poseen 415 000 vehículos. Hace 10 años el número de carros era la mitad. Este año ingresarán más de 50 000 carros nuevos. El 30% de las vías principales está totalmente saturado y la velocidad promedio es de 10 kilómetros por hora. El restante 70% de los quiteños se movilizan usando transporte público. Ellos sufren no sólo las incomodidades de la congestión y el acecho de la delincuencia, sino que consumen más de tres horas diarias en ir y venir del trabajo.
Si no hacemos algo drástico y urgente los pobres emplearán aún más tiempo en la movilización con el consecuente deterioro de su calidad de vida y los que viajen en carros particulares terminarán bloqueados en las vías, un parachoques contra el otro, moviéndose a velocidades de 5 kilómetros, que es la de un peatón.
El alcalde Augusto Barrera, haciendo gala de responsabilidad política y visión de futuro, ha planteado un programa de movilidad que demanda una inversión de USD 2 340 millones para los próximos 5 años. En él se incluye la construcción del Metro, la ejecución de 14 vías fundamentales, la renovación del Sistema Trolebús y Ecovía, el mantenimiento vial actual y la modernización del sistema de semaforización y señalización.
La pregunta es cómo se lo financiará. El Municipio sugiere que los quiteños paguemos el 72% y el Gobierno de la Revolución Ciudadana un mero 28%.
Mi criterio es que nadie se salva de participar en la solución del problema y que hay que hacerlo de una manera justa y proporcional. El Municipio de Quito tiene que manejar con prudencia su presupuesto para poder aportar recursos propios a este proyecto. Los quiteños tenemos que aceptar que sin nuestra sólida contribución no solucionaremos este gigantesco problema. Y el Gobierno tiene que aportar la parte que le corresponde.
Mi propuesta es que el Gobierno ponga dólar por dólar lo que los quiteños aporten al proyecto. Quito se lo merece por dos razones evidentes: primero porque los quiteños son los que más impuesto pagan en el país y segundo, porque siendo Quito la sede del Gobierno sufre el caos de tránsito que producen los movimientos de miles de burócratas y su parafernalia de seguridad y tiene que tolerar todas las manifestaciones, tomas, desfiles y concentraciones políticas que bloquean el tráfico capitalino.
Los quiteños esperan que el Alcalde siga sólidamente con el valiente proyecto, no se deje doblegar por las presiones del politburó verde agua y exija al Gobierno una participación financiera equitativa.
Cuidado: el reclamar con dignidad no es chantaje, es buscar una solución justa y equitativa para solucionar un problema que afecta al buen vivir quiteño.