Acaban de hacerse públicas las predicciones de crecimiento del Fondo Monetario Internacional para el Ecuador hasta el año 2021. Esta es la fuente más confiable que hay este momento para predicciones de largo plazo y, desgraciadamente, señala que tendremos cinco años consecutivos de contracción económica. Cinco años, para un país que nunca ha tenido dos años consecutivos de caída económica.
En el Ecuador, al menos desde que hay datos confiables del PIB, no ha habido dos años seguidos de contracción. Quizás, si existieran estadísticas del PIB de los años 30, se pudiera encontrar algunos años seguidos de recesión, pero con la información oficial disponible desde 1950, no hay nada que se parezca a lo que se nos podría venir encima.
Si se cumplen las predicciones del FMI, pasaríamos de nunca haber tenidos dos años seguidos en que la economía se achique a un récord de cinco años en que el país producirá cada año un poco menos. Para ser precisos, los datos que existen desde 1950 dicen que nuestra economía siempre creció, excepto en 1966, 1983, 1987 y 1999. El FMI predice que los años 2016, 2017, 2018, 2019 y 2020 también deberían entrar en esa “selecta lista” de años terribles. Eso sería dramático. Porque las contracciones económicas destruyen riqueza, crean pobreza, matan ilusiones y cambian (para mal) los destinos de las personas.
Las predicciones pueden equivocarse y en el Ecuador (por ser una economía compleja), suelen equivocarse. Pero es difícil que no se cumpla una tendencia tan marcada de largo plazo. En otras palabras, lo más probable es que, si no se da algún cambio radical, en el 2020 estaremos peor de lo que estamos.
Porque, como toda predicción de un organismo multilateral, esta se basa en que no habrá ningún cambio radical en la política económica. Nadie, ni el FMI, puede saber qué dirección tomará la política económica en los próximos años, de manera que los cálculos se hacen suponiendo que lo actual continuará.
Eso debería darnos algo de esperanza, porque significa que si se hacen los cambios correctos, al menos se podría reducir en algo esa predicción con sabor a condena. Y los cambios correctos consisten en desinflar la burbuja de la manera más ordenada posible, bajando los impuestos y el gasto, simplificando el sistema tributario y creando el ambiente adecuado para que llegue el único antídoto que nos podría sacar del problema: más inversión privada. Claro que “atraer inversión privada” es algo que suena fácil pero que es muy complicado porque las personas y las empresas sólo invierten si pueden producir competitivamente y eso es difícil en un país donde se dispararon los salarios y se multiplicaron las trabas a la producción.
No, la situación no es fácil e incluso si se hace muchas correcciones, se nos viene una época difícil.
@VicenteAlbornoz