Carlos A. Larco
“Cuando el sentido de la Ley es claro, no se desatenderá su tenor literal a pretexto de consultar su espíritu”, bastaría leer, entonces el artículo 45 de la Constitución para saber que no es posible autorizar el asesinato de bebés en el vientre de su madre bajo ningún pretexto, salvo que se haga una reforma constitucional previa: eso se llama seguridad jurídica. ¿Existe realmente esa seguridad en Ecuador? Un grupo de legisladores pretenden violar el derecho constitucional a la vida desde el momento de su concepción, pretextando un tema humano sensible como es la violación de mujeres (abominable desde todo punto de vista) para proyectar la iniciativa abortista a extremos como las siguientes causales para practicar un aborto: que “el embrión … padezca una patología…incompatible con la vida extrauterina independiente …”, es decir, envanecidos desde su curul se creen dioses con derecho de decidir la muerte anticipada de una criatura que tenga pocas probabilidades de sobrevivir al parto, o que tengan una discapacidad. Así pensaban los nazis. También el proyecto dice: “ … si el embarazo es consecuencia … de una inseminación no consentida.”, que al no decir “inseminación artificial o transferencia de óvulo fecundado” (como lo indica el Código Penal), abre la puerta para el aborto en todo caso en que la mujer diga al médico que si bien la relación sexual fue consentida, no tuvo intención alguna de embarazarse de él, así, bajo una simple afirmación de la mujer al médico abortista (sin necesidad de juicio, ni denuncia previa a policía o fiscalía) de que ese embarazo tiene origen en una violación, el médico podrá proceder con el aborto, a pesar de que la mujer este mintiendo; también el proyecto autoriza el aborto de una menor de 18 años aún sin necesidad del consentimiento o conocimiento de sus padres o representantes. ¿Ese es el país que queremos?. Triste: líderes políticos que yo creía tendrían la valentía de pronunciarse abiertamente contra este criminal proyecto, han preferido “preservar la unidad del bloque” dando carta abierta para que cada legislador “vote bajo su conciencia”, como esa legisladora que dice ser profundamente creyente, pero a la final acepta el aborto, resultando evidente que sus “creencias” no son suficientemente auténticas como para llamarse convicciones. Yo soy un creyente cristiano, y sé que Dios no dejará impune a nadie que abra la puerta de las leyes para que miles de niños inocentes sean asesinados y, probablemente también, comercializados sus órganos a altos precios, pues “Dios no puede ser burlado, todo lo que el hombres sembrare eso mismo cosechará”. El art. 45 de la Constitución establece que la vida se cuidará y protegerá desde la concepción, y el art. 66 reconoce a todas las personas “el derecho a la inviolabilidad de la vida”, consecuencia de ello declara que “No habrá pena de muerte”. Algunos legisladores no entendieron que la pena de muerte jamás se aplicará sobre el delincuente violador, sino sobre el más inocente de la tragedia: el bebé.