La comprobada farsa del 30 S

Ocho años después de un hecho condenable, la insubordinación de miembros de la Policía y la farsa oficial que intentó imponer la mentira con intensa propaganda oficial, aun queda en la impunidad las muertes, entre ellas de policías y militares, y decenas de heridos. El saldo fue infame: 298 personas procesadas y 222 declaradas culpables. Muchos inocentes sentenciados por jueces y fiscales que se subordinaron al poder, que hoy están identificados (suman 220) y cuya conducta tiene que ser analizada.

En el país y en el exterior se difundió la teoría del supuesto secuestro, intento de magnicidio y luego una comisión de correístas entregó un informe con la conclusión de que el 30 de septiembre del 2010 hubo la intención de un “golpe blando”, sin identificar nunca a los supuestos responsables del mismo.

Los informes oficiales, dentro de la investigación que se sigue por la muerte del policía Froilán Jiménez, corroboran lo que siempre se dijo. Incluso existe -para registro histórico- el libro Testimonio de un Comandante, escrito por el entonces número 1 de las FF.AA. Allí, el alto oficial descarta de plano el argumento del secuestro. Cómo pudo haber cuando el autoritario seguía ordenando desde el hospital de la Policía y armando su estrategia riesgosa. Hubo una retención deplorable por la irresponsabilidad del hoy prófugo en Bélgica, que fue a desafiar a los policías insubordinados y desoyó recomendaciones de seguridad.

Vía telefónica, según el informe, dispuso al entonces ministro de Defensa, quien también tiene que responder por sus acciones, que se le rescate de inmediato, lo que obligaba a una acción militar, con todo el riesgo que eso implicaba porque había 95 pacientes internados y atendieron 49 emergencias ese día, además del personal del hospital.

El ex mandatario ordenó al jefe del Comando Conjunto que le rescaten lo más pronto e incluso el jefe de seguridad del Presidente le trasladó al General que “si en media hora no se lo rescata va a salir y usted le conoce el carácter del Presidente”. Todo el país en vilo por el temperamento de una persona irresponsable que gobernó arbitrariamente una década. Y no es que el 30 S “se rescató la democracia”, como sostienen los ovejunos, sino que se profundizó el autoritarismo y se concretó la metida de mano en la justicia, que se allanó sumisamente a sus órdenes.

Hoy, ocho años después, existe la obligación de poner fin a la impunidad y establecer los cargos porque hubo muertos y violaciones de DD.HH., a partir de la cadena de mando que claramente establece al ex presidente como el principal responsable de las órdenes para la incursión armada en el hospital. También es fundamental que haya una pericia independiente e internacional para establecer los hechos porque los policías fueron los principales protagonistas.

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