La economía está paralizada. Toda inversión, compra importante, o ampliación, están suspendidos. Para la gran mayoría de empresas y personas que cuidan su patrimonio, esta es la elección presidencial más importante de su vida.
Se elige entre cambio y continuismo. Los agentes económicos consideran que la política económica del régimen es insostenible, y que se requiere cambio. El gobierno que gastó lo que ahorraron sus predecesores, y consumió todo lo que generó el petróleo en la mayor bonanza de la historia, ya prevendió el petróleo que exportaremos hasta 2024, y se gastó el dinero. La semana pasada, el fisco le echó otro mordisco a las reservas internacionales e hizo una nueva colocación de bonos. El IESS anunció que empezará a consumir sus reservas.
Para quienes mueven la economía, cuatro años más de correísmo amenazan con profundizar la crisis y llevarnos a una situación paralela a la de Venezuela. El presidente es quien lleva la campaña, anclada en el odio. Sus mensajes por redes sociales, de los que se solaza en las sabatinas, fomentan el enfrentamiento de clases.
Manda echar latas de atún en un Banco, para ridiculizar la gran muestra de solidaridad de todo el país con nuestros hermanos manabitas, cuando la sociedad civil sobre todo de Quito y Guayaquil envió víveres y vituallas para paliar los estragos del sismo. El país aceptó sin chistar el aumento de impuestos para atender a Manabí.
Parecería que el candidato es Correa; Lenín Moreno maneja un bajo perfil. Sus propuestas son de aumentar drásticamente las prestaciones sociales, para atender al ecuatoriano de la cuna a la tumba. Pero de plan económico, y como financiar el mayor gasto, nada. No ha trascendido quiénes son sus asesores económicos, algo particularmente importante porque su área de experticia es lo social. Correa machaca que Moreno está constreñido a ejecutar el plan de gobierno que le entregó.
Causa desasosiego escuchar a empresarios indicar que si gana Moreno redireccionarán sus inversiones hacia países con futuro, como Colombia y Perú; que reubicarían sus domicilios en el exterior, ahondando una tendencia que se inició en el correato. Personas de todo nivel social, incluso acomodadas, consideran emigrar y rehacer su vida en países que ofrezcan mejores oportunidades.
Todo esto podría apaciguarse si Lenín Moreno propusiese un plan económico viable. No le pidamos que exponga medidas impopulares, pero si cómo va a hacer para aumentar el gasto público que propone, en circunstancias que el actual ya requiere aumentar la deuda pública en USD 5 mil millones anuales. Cómo va a lograr el incremento del empleo productivo: más burocracia sólo empeora la situación fiscal.
Es posible que para ganar, a Moreno le baste la campaña que lleva Correa. Pero su gobierno se iniciaría bajo expectativas sombrías.