Si la corrupción es detestable, la impunidad es peor. Los casos se destapan hoy con mayor rapidez (y eso hay que reconocerlo frente al pasado del correísmo que tapaba todo y perseguía a los denunciantes) pero el sistema de justicia no acompaña con oportunidad y eficiencia que se requiere, lo cual no implica dejar de cumplir el principio de inocencia, el debido proceso y el derecho a la defensa.
La política ha sido determinante para meterle mano a la justicia. Eso ha sido parte de la historia pero se profundizó y se lo hizo sin vergüenza en el régimen anterior cuando el prófugo en Bélgica anunció abiertamente que le iba a meter mano en la justicia y así lo hizo. Lo grave es que algunos operadores de justicia, unos sancionados y destituidos (no todos) han contribuido a la impunidad y para retardar procesos, como han sido casos recientes, y justicia que tarda no es justicia.
Compadres y socios en política, que han saqueado recursos del Estado. Lo grave y preocupante debe ser el estado de indefensión que tiene el país y que se demuestra, un caso más, con la avioneta que no fuera detectada por autoridades de la aviación civil y que hiciera lo que quiera con su vuelo hacia el Perú y solo fue ubicada por su caía. Trasladó a un personaje perseguido por el escándalo de presuntos graves actos de corrupción en los contratos con hospitales y que quiso escapar burlando los controles. Se le descubre que tiene empresas y bienes en EE.UU., que disfrutan sus panas y que han vivido así de la política.
Cuántos se han cobijado en la política y en quienes ejercen el poder de turno para lograr canonjías y hacer negociados con recursos públicos. A las más altas autoridades se les ha hecho compadres a cambio de favores mutuos, en medio de su mediocridad y lambonería. Hay casos. En el gobierno anterior, recuerdo que a un asambleísta provinciano y alto dirigente de un partido, que se dividiera para aliarse con ese régimen, le pregunté luego de una entrevista en la radio si el Presidente fue padrino de cuál de sus hijos. Primero admitió y luego dijo que de su último vástago. Llegó a ser director de una institución pública de crédito y embajador. Privilegiado en ese régimen, al igual que otros coidearios, a cambio de la entrega del partido.
Un oficial de la Policía, de una destacada promoción, llegó a general y a las más altas jerarquías, incluso fue premiado con una misión en el exterior, sin haber tenido los méritos de las primeras antigüedades. Se conocía en la institución, tras su compadrazgo con el prófugo en Bélgica y entrañable amistad con el cuestionado e intocado ministro de turno. Distinguidos compañeros de las primeras antigüedades, que sabían de aquello, mantuvieron una posición de dignidad, que para muchos no existe, y salieron antes de la institución con la frente en alto.