He dejado pasar unos días desde que la señorita Presidenta de la Asamblea Nacional tuvo esa “feliz” declaración respecto a lo que deben ingerir los ricos. De lo que conozco, la señorita Presidenta no proviene de un hogar de pobres. En lugar de pedir disculpas por sus desafortunadas declaraciones debería trabajar para que en toda mesa se deguste alimentos nutritivos, no los sugeridos por ella. Pero dejando a un lado las preferencias gastronómicas de esa dama, he reflexionado sobre la deliciosa comida ecuatoriana, que se prepara en cada provincia del Ecuador. En ninguna de ellas se la condimenta con el ingrediente mencionado por la señorita Presidente. Creería que si se lo incluye en algún plato típico de Costa, Sierra, Oriente y territorio Insular, Ecuador perdería su sazón.
¡Qué decir de la comida que se elabora en la provincia del Azuay! Cosa deliciosa es el mote pillo y el mote sucio. Los cuyes asados y los chorizos que se comen en el mercado de Ambato, provincia de Tunhuragua, demuestran la riqueza de los productos base de nuestra comida. En la provincia de Loja, ¡cómo no saborear una sopa de repe o la de arveja con guineo! Esa carne de puerco asado, llamada cecina, es de sabor exquisito. El tamal lojano, otra comida insuperable. El chivo al hueco, magníficamente preparado sobre todo en Sapotillo, ¡obra maestra del arte culinario! En la provincia de El Oro, y específicamente en Zaruma, no se puede dejar de saborear el tigrillo, preparación a base de verde molido, acompañado con un pedazo de carne y un buen café de esa zona. Y las conchitas asadas, otra maravilla de la gastronomía nacional que se degusta en Puerto Jambelí. Esmeraldas nos ofrece el encocado de pescado, o el tapado de guanta o el tapado arrecho (en base de mariscos y pescado). Unas chugchucaras en la provincia de Cotopaxi, otro plato típico para degustar. En Manabí, cómo no comer sal prieta o una cazuela de mariscos .
A estos platos hay que incluir el hornado, el seco de chivo, las distintas clases de cebiches, la fritada, la guatita, el sabroso locro o el caldo de patas. Un sancocho, y los lunes tomar una sopa de arroz de cebada… y no sé cuántas exquisiteces más se me olvidan con las que nos deleitamos. Una fanesca en Semana Santa y las guaguas de pan en Finados, ¡Qué agradable ! Mientras los ecuatorianos de a pie saboreamos lo nacional, otras personas están en Europa, invitadas por algún organismo público. A pesar de sugerir que los ecuatorianos se alimenten de algo impronunciable, talvez sin conocer de las maravillas gastronómicas que la gente común come, esa viajera, me imagino, degusta lo que combate en sus discursos políticos: caviar, escargots, filet mignon, crepes suzette,… ¡pero se califican de pobres!… ¡Ah!, seguro brindan con champán.