A pesar de que nuestro país tiene un balance positivo en su relación comercial con la mayor potencia mundial, el Gobierno de Ecuador no ha desaprovechado oportunidades para atacar a empresas de ese país, hacer amistades con sus enemigos, despreciar acuerdos militares establecidos y descartar acuerdos comerciales.
El Canciller y el Presidente han despreciado advertencias de empresarios sobre el daño que la pérdida de preferencias arancelarias otorgadas por EE.UU. a nuestra nación produciría en las industrias cuyas principales exportaciones se dirigen a ese país. Las buenas intenciones de diversificarlas se topan con la realidad que hay más potencial de ventas, para la mayor parte de nuestros productos, en Norteamérica; donde además es más conveniente exportar por la menor distancia del transporte que a países asiáticos.
Como casi todas las naciones latinoamericanas tienen acuerdos comerciales con EE.UU., y producen cacao, banano, flores, atún, brócoli, camarón, etc., es posible que alguno de nuestros competidores busque influenciar al Congreso de ese país para que no se renueve más la Atpdea, del cual solo depende Ecuador y Colombia.
Quizás eso ayude a explicar el artículo “El hombre de Irán en Ecuador” de José Cárdenas, publicado en la revista FP Foreign Policy, el 15 de febrero. El autor denuncia que Ecuador e Irán han concluido un acuerdo, aparentemente en diciembre de 2009, de USD 30 millones para proyectos mineros conjuntos en Ecuador que llevarían a futuras actividades extractivas. Cárdenas dice que el acuerdo incluye el establecimiento de un laboratorio químico-geotérmico-metalúrgico y el estudio completo de la topografía y cartografía del territorio nacional. A su vez especula que el interés de Irán son los yacimientos de uranio en Ecuador, por lo que se estaría ayudando conscientemente a los ilegales programas nucleares iraníes. Llama la atención como el articulista sospecha que el Gobierno estaría actuando “en el lado equivocado de restricciones internacionales”, y que haga un llamado al presidente Obama y al Congreso para que investiguen si Ecuador, con Irán y Venezuela, están violando sanciones de la ONU.
No sé qué influencia podrá tener este artículo, pero si es parte de un esfuerzo de intereses opuestos al comercio ecuatoriano, y el tratado comercial entre Colombia y EE.UU. se ratifica, difícilmente el Congreso norteamericano volverá a extender las preferencias arancelarias con las que hemos podido mantener un gran mercado para nuestros principales productos de exportación. Si Ecuador no negocia un acuerdo comercial a largo plazo se perderán años de esfuerzos en apertura de mercado y puestos de trabajo, afectándose gravemente nuestra economía.