El próximo 2 de octubre se celebrarán elecciones generales en Brasil, para elegir un nuevo presidente, un tercio del Senado, la Cámara de Diputados, los Gobernadores y las Asambleas Legislativas de los Estados. Hay once candidatos a la presidencia de los cuales cuatro son mujeres. De no obtener ninguno de ellos el 50% de los votos se deberá ir a un balotaje a realizarse el 30 de igual mes.
El actual presidente, Jair Bolsonaro busca su reelección y según las encuestas cuenta con un 35% de apoyo. Su principal contrincante es el expresidente Luis Ignacio Lula da Silva quién tendría algo más del 45% de las preferencias. Ambos tienen visiones radicalmente diferentes de qué hacer económica y socialmente si triunfan.
Por ser Brasil el país con el territorio mas grande de América Latina y por contar con la población más numerosa, cualquier cuestión que ocurra en su territorio tiene una relevancia mayor.
Como ejemplo, podemos decir que en la década de los 60 del siglo pasado se desarrolló en centros académicos brasileros la Doctrina de la Seguridad Nacional, la que al cabo de pocos años rigió en todos los países del cono sur de Suramérica, consistente en gobiernos militares de derecha, como secuela de la guerra fría, cuyo principal objetivo fue una lucha frontal contra los partidos y gobiernos que tuvieran ideas progresistas o de izquierda, y paralelamente implementar políticas económicas desreguladas, que se olvidaron de las poblaciones más desposeídas y del respeto a los derechos humanos.
Brasil con 220 millones de habitantes, ocupa el décimo lugar como la economía más grande del mundo, y de los primeros lugares en cantidad de pobres y desigualdad social, que de acuerdo con el Banco Mundial llega a la mitad de su población, con una muy deficiente distribución de la riqueza, que arroja un Índice de Gini superior al 0,50.
Por todo ello, para ningún latinoamericano es indiferente lo que ocurra en Brasil.