Gonzalo Ruiz Álvarez

Cuatro vientos, algo cruzados

Cuando se emplea la frase: decirlo a los cuatro vientos, la metáfora hace un símil, como una proclama Urbi et Orbi. Que en España una Escuela de Aviación se llamase Cuatro Vientos, podría conducir a pensar que esos vientos, soplando todos al tiempo, hacen imposible la aeronavegabilidad.

Es además el nombre de un aeropuerto al norte de Madrid y de un histórico vuelo entre Sevilla y Camagüey, Cuba, sin paradas, de un avión que hizo el crucero transatlántico, durante la Guerra Civil Española, para luego perderse para siempre sobre México.

En fin, el pretexto sirve para trazar una carta de aeronavegación de los tiempos que corren en el país, desde vientos que soplan originados en diferentes pisos atmosféricos y que si se llegan a cruzar serían peligrosos. El piloto ha de poner especial esmero.

Las vacunas por lo visto, navegan con viento de cola en cuanto a su plan, bien trazado y organizado, pero que debe ser impulsado por la diplomacia de las vacunas en la que insiste el Presidente, ya que sin esa carga suficiente toda la proyección es incierta, como con nubosidad variable.

Al vector prioritario de las vacunas hay que añadirle con el tino que la ocasión merece, aquel de la generación de empleo. El Ministro de Trabajo, Patricio Donoso ha hecho bien en aclarar que se buscará consensos y que de ninguna manera la nueva Ley de Oportunidades y Empleo, para nada tocará el Código de Trabajo. Esta aclaración puede atenuar las suspicacias del FUT, que al decir de su máximo dirigente, supondría una política de Estado ambigua. En consecuencia consensuar con los trabajadores organizados, las cámaras de la producción y con el variopinto escenario de la Asamblea será la fórmula adecuada para navegar en tiempos revueltos sin entrar en nubes de granizo y evitando los cúmulonimbos.

Se trata de generar empleo para los que no tienen. Esos cinco millones que navegan sin rumbo cierto y sin brújula en una economía subterránea, con trabajos temporales, precarios y mal pagados. Hay que cambiar.

A este ingrediente, por que la política jamás debe despegarse de lo social, habrá que agregar los planes emergentes y los subsidios temporales, pero bien dirigidos de una política de inclusión social que diseña y debe poner en práctica Mae Montaño. Tal, el otro vector clave en los tiempos de penuria y pandemia de severos impactos. El Fondo Monetario puso acento en 2020 al factor social, el Gobierno de Guillermo Lasso partió de una proclama con claro énfasis en lo social y la lucha contra la pobreza.

Si todo va bien el país debe recibir ingentes recursos de inversión extranjera. Una seguridad jurídica con oportunidades de generar riqueza y trabajo es motor indispensable para levantar la economía y navegar con buena mar hacia la prosperidad.

En el horizonte de Quito, se hizo la luz a la media noche del jueves. Tras dos años de cielo nublado y tormentas de un eterno cordonazo, la capital debe recobrar el sol de libertad. Hay que devolver a Quito su brillo, y transparencia. Por algo fue Luz de América.